El miedo es una pieza natural del mosaico del cambio. Siempre hay alguna forma de miedo acompañando a una emergencia espiritual.
MIEDO A LO DESCONOCIDO
En la emergencia espiritual este miedo habitual puede aumentar enormemente. Los estados internos varían con tanta rapidez que asusta su imprevisibilidad. Una mujer muy materialista puede sufrir un estado espontáneo de fuera-del-cuerpo y aprender que es algo más que su identidad física. Un hombre puede vivir de repente, una compleja secuencia visual y emocional que parece provenir de otra época y otro lugar. Su experiencia lo remite al concepto de la reencarnación, algo totalmente extraño para él.
MIEDO A PERDER EL CONTROL
Mucha gente se pasa años creyendo que su mundo está en orden y que tiene una autoridad completa sobre el curso de su vida. Cuando descubre que no tiene el control total sobre su trayectoria puede preguntarse: ¿Si no soy yo la autoridad, quién lo es? ¿Puedo fiarme de ella? ¿Puedo abandonarme a esa fuerza desconocida y se hará cargo de mí?
Enfrentados al temor de perder el control, la mente se torna muy ingeniosa y extrema el esfuerzo por mantenerlo. Las personas en una situación de esta naturaleza pueden crear un complejo sistema de negación, diciendo que ya están bien como están y no tienen porqué cambiar, o que los cambios son ilusorios. Intelectualizan los estados mentales y crean elaboradas teorías para explicarlos, o simplemente tratan de olvidar. En ocasiones, el aferrarse al miedo puede tener éxito para impedir un crecimiento excesivamente rápido.
Otra forma de perder el control más ostentosa puede ser verse desbordado por explosiones de ira y lágrimas, estremecimientos violentos o gritar como nunca lo había hecho. Hay un gran temor y resistencia frente al poder de los sentimientos implicados. Y tras la erupción de estos puede sentirse asustado y avergonzado.
MIEDO A LAS SENSACIONES FISICAS.
Se pueden sentir consumidas por extraños y sobrecogedores estallidos de energía, temblores incontrolables, cargas eléctricas punzantes o fuerzas desconocidas que circulan por su organismo. Aumentos de frecuencia cardiaca o elevaciones de la temperatura corporal. ¿Por qué? Dichas manifestaciones, a veces, son un acompañamiento fisiológico natural de los cambios abruptos de conciencia, pueden ser también características específicas de cierta forma de emergencia espiritual como el despertar de Kundalini.
SENSACIONES DE SOLEDAD
Mirabai, poeta hindú del siglo XV, escribió:
“Mis ojos están llenos de lágrimas. ¿Qué debo hacer? ¿A dónde ir? ¿Quién puede aliviar mis penas? Mi cuerpo ha sido mordido por la serpiente de la “ausencia”, y mi vida está menguando a cada latido de mi corazón.”
La soledad es otro elemento intrínseco de la emergencia espiritual. Puede ir desde una vaga percepción de separación de los demás y el mundo, a una profunda inmersión en la alienación existencial.
La naturaleza de las sensaciones y las percepciones llevan a apartarse y al aislamiento.
Un joven maestro de escuela dice: “Acostumbraba a estirarme en la cama junto a mi mujer por la noche y sentirme totalmente solo. Ella había sido de gran ayuda y confort durante mi crisis. Pero durante este periodo, nada de lo que hiciera me ayudaba, ninguna clase de apoyo, ningún tipo de abrazo.”
En casos extremos llegan a pensar que son los únicos en el mundo que se sienten de esa forma y que nadie a lo largo de la historia ha experimentado lo que sienten ellos.
En ciertas secuencias de las crisis existenciales uno se siente separado del yo profundo, del poder superior o de Dios. El resultado es una soledad devastadora, una total y completa alienación existencial que penetra todo el ser.
Esta profunda sensación de aislamiento suele ser un ingrediente central de la transformación espiritual.
Irina Tweedy, una mujer rusa que estudió con un maestro sufí, escribió en The Chasm of Fire:
“La Gran Separación estaba ahí…una sensación peculiar de soledad total…no podía compararse a ninguna sensación de soledad que hubiera podido experimentar alguna vez en la vida. Todo parecía oscuro y sin vida. En ningún lugar había propósito alguno. Ni Dios al que rezar. Ninguna esperanza. Nada.”
La desolada plegaria “¿Dios mío por qué me has abandonado?” refleja el extremo aislamiento. Cuando una persona desciende a los abismos de la alienación existencial no hay medida de calor humano que pueda transformarla. El universo se asemeja absurdo y sin sentido y cualquier actividad humana parece fútil. Se observa al mundo sumido en una carrera sin sentido. Pueden deprimirse mucho y tener pensamientos suicidas. A menudo ni el suicidio es una solución: parece no existir salida a su miseria.
DIFERENTES ANTE EL MUNDO
Un individuo inmerso en la emergencia espiritual puede parecer “diferente” durante un tiempo. En una cultura con normas de actuación establecidas y rígidas expectativas, alguien que empieza a cambiar internamente da la sensación de no cuadrar.
El puede aparecer un día en su medio habitual, trabajo o familia, queriendo tratar temas como nuevos pensamientos, la fin de un ciclo, problemas mundiales o la naturaleza fundamental del universo. Puede tener la sensación de que sólo él crece mientras que el mundo sigue igual o dedicarse a actividades en las que sus conocidos no le acompañan: oración, canto, meditación, astrología, alquimia. Puede parecer extravagante a los demás y con ello aumentar su aislamiento.
Si una persona en esta fase es clasificado como paciente psiquiátrico, las etiquetas y el tratamiento pueden acrecentar su sentido de soledad y aislamiento y empeorar su situación. Sus sentimientos de separación se refuerzan cada vez que recibe el mensaje verbal o no verbal: “Tienes una enfermedad, eres diferente.”
EXPERIMENTAR LA LOCURA
La mente lógica se ve superada y el intenso y rico mundo de la intuición, la inspiración y la imaginación toman el mando.
La razón se vuelve restrictiva y la introspección auténtica le lleva a uno más allá del intelecto. Con frecuencia estos estados mentales hacen que mucha gente suponga que se está volviendo loca.
Cuando la disolución de la racionalidad se produce como parte del desarrollo espiritual, suele aniquilar las viejas restricciones mentales y la estrechez de miras. Lo que realmente está desapareciendo no es la capacidad de raciocinio, aunque pueda parecerlo provisionalmente, sino las limitaciones cognitivas que le mantienen limitado e inalterable.
Cuando esto sucede, el pensamiento lineal a veces es imposible y la persona se siente mentalmente agitada, mientras que la mente consciente se ve bombardeada con material del inconsciente desbloqueado.
De improviso se presentan emociones extrañas y problemáticas y la antigua racionalidad familiar ya no sirve para explicar estos brotes. Puede ser un trance amenazador en el desarrollo; sin embargo, si realmente está inmerso en el proceso de despertar, es algo provisional y puede ser una fase muy importante.
Irina Tweedy narra:
“Medio inconsciente, de repente me di cuenta de que en la oscura habitación me rodeaba una suerte de oscura niebla grisácea…y en seguida pude distinguir las entidades o seres más horribles; descarados, obscenos, entregados a actividades sexuales, criaturas elementales con forma de animal…estaba segura de estar volviéndome loca. Me vi presa de un gélido pavor; alucinaciones, demencia…ninguna esperanza, era el fin. Las criaturas rodeaban mi lecho…¡Todos esos demonios debían haber estado en mi interior! ¡Dios mío ten misericordia de mí! No hay otra salida que un asilo mental indio; una celda acolchada…”
Una mujer después de su crisis narra: “Me sentía como si mi mente hubiera estallado en millones de fragmentos. No podía aferrarme a los pensamientos. Mi esposo intentaba hablarme, pero no podía absorber sus palabras. Nada tenía sentido. Todo estaba mezclado y confuso. Me vi destinada a un manicomio el resto de mis días.”
Algunas tradiciones ofrecen un punto de vista alternativo: la “locura divina” o “locura santa”.
Platón la define como un regalo de los dioses: “La mayor de las bendiciones se presentan a manera de locura, en realidad de una locura enviada por el cielo. Cuando estaban locos los profetas de Delfos y las sacerdotisas de Dodoma lograban aquello por lo que los estados y ciudadanos de Grecia les están agradecidos; estando lúcidos hicieron poco o nada…la locura cuando se dispensa divinamente es un don divino”.
En la cultura de Okinawa dicho estado se denomina kamidari, Se trata de un periodo en el que el espíritu de la persona sufre, una época de prueba en la que no puede obrar racionalmente. La comunidad toma a su cuidado a dichos individuos, reconociendo su condición desequilibrada como signo de su proximidad a Dios. Más tarde dicha persona será considerada como portadora de una misión divina, tal vez la de curador o maestro.
AFRONTANDO LA MUERTE SIMBOLICA
Dentro de un proceso de transformación la fin de un ciclo es parte esencial. Se pueden morir muchas veces en una sola vida. Entender el hecho de la fin de un ciclo como parte de la continuidad de la vida se considera liberador, nos libera del miedo a la fin de un ciclo y nos abre a la experiencia de la inmortalidad.
Abraham, monje cristiano del siglo XVII, le dijo a Santa Clara: “Un hombre que muere antes de morir, no muere cuando muere.”
Mucha gente es presa del pánico cuando la fin de un ciclo está cerca o se habla de este tema. Quien ha eludido enfrentarse a ella tiene serias dificultades ante una experiencia que le muestre que su vida es transitoria y que la fin de un ciclo es segura. Si se presenta como parte de su experiencia interna son presa del pánico. Se resisten mucho, harán lo que sea para eludir el tema. Tal vez traten de detener el proceso con una actividad frenética, charla excesiva, relaciones breves, ansiolíticos o alcohol. O desarrollando un sentido del humor cínico e irónico cada vez que se mencione.
Para quien se entrega y acepta el hecho de su mortalidad es liberador, puesto que la plena aceptación de la fin de un ciclo les permite disfrutar de cada momento a medida que se presenta.
A medida que el individuo empieza a cambiar encuentra necesario desprenderse de las limitaciones que le impiden crecer, y esto incluye formas de pensamiento. A veces sucede lentamente y casi a voluntad. Pero en los casos de emergencia, sorpresivos y espontáneos, la persona se ve lanzada en una dirección desconocida. Las formas habituales de ser ya no son adecuadas pero todavía deben ser sustituidas por otras nuevas. Quien se queda atrapado en este cambio se ve sin referencias a las que agarrarse y teme no poder volver a la vida que tenía antes. La sensación de pánico y vulnerabilidad es atroz.
El proceso del desapego es en sí una forma de fin de un ciclo, la fin de un ciclo del apego. En algunas personas el impulso hacia el desapego es tan fuerte que temen estarse preparando literalmente para una fin de un ciclo física inminente.
En estos extremos a veces desarrollan la falsa idea de que completar esta transformación interna significa separarse de la vida cotidiana., y confunden su necesidad de desapego interno con la soledad externa.
LA MUERTE DEL EGO
A veces, con el fin de completar este paso de desapego es necesario que una antigua forma de ser “muera”, para dejar paso al nuevo yo; el ego debe ser “destruido” antes de que una más amplia definición esté a nuestra disposición.
La mala interpretación de estas palabras (inspiradas sobre todo por la filosofía oriental) tiene como consecuencia verdaderos desastres psíquicos. El ego es la herramienta fundamental con la que nos movemos en este plano y a través de él el consciente se manifiesta y evoluciona. Creador y generador de realidades. Canalizador de la vida y de su movimiento en el tiempo y la materia. Está inexorablemente unido a nuestra permanencia aquí. Mutilarlo de nuestra conciencia ordinaria es un símil a ser vegetales pasivos, sin criterio ni creatividad.
Cuando usamos ese término, no se trata de la fin de un ciclo del ego necesario para la vida cotidiana; se trata de la fin de un ciclo de las antiguas estructuras de la personalidad y de las formas inadecuadas de estar en el mundo.
El periodo de transición entre la “fin de un ciclo de que se creyó ser” y la nueva adquisición de conceptos y referencias es extremadamente delicado.
Estas líneas de “Phoenix” de D. H. Lawrence, reflejan este proceso devastador pero transformador:
“¿Estás dispuesto a ser borrado, eliminado, aniquilado, convertido en nada?
¿Estás dispuesto a convertirte en nada?
¿A hundirte en el olvido?
Si no es así, nunca cambiarás realmente.”
Los síntomas de quién está inmerso en este proceso en su grado extremo son en rasgos generales:
Desbordamiento y desolación, desesperanza, fragmentación y desintegración de cuanto son, pérdida de confianza, pérdida de identidad, temor, pánico y en casos extremos de confusión actitudes auto-destructivas y suicidio.
Esto ha sido un superficial repaso sobre algunos de los síntomas que caracterizan los cambios de conciencia y vibración.
En resumen:
CARACTERISTICAS DE UN ESTADO DE EMERGENCIA ESPIRITUAL
_Las experiencias son dinámicas, trepidantes y difíciles de integrar.
_Las nuevas intuiciones espirituales pueden ser filosóficamente amenazantes.
_Experimentar sacudidas, temblores y energías que alteran la vida cotidiana.
_En ocasiones dificultades para distinguir entre experiencias internas y externas, o presencia de ambas a la vez.
_Experiencias internas que interrumpen y trastornan la vida cotidiana.
_Cambio abrupto y rápido en la percepción del yo y del mundo.
_Ambivalencia ante las experiencias internas, pero voluntad y capacidad para cooperar con ellas con ayuda de una guía.
_Resistencia al cambio.
_Aversión o falta de confianza en el proceso.
_Necesidad de controlar.
_Las experiencias difíciles nos superan y a menudo no son bienvenidas.
_Cuesta aceptar las experiencias positivas, parecen inmerecidas y pueden ser dolorosas.
_Necesidad perentoria y frecuente de hablar de las experiencias.
_Comunicación indiscriminada del proceso (cuándo, con quién y cómo).
VARIEDADES DE LA EMERGENCIA ESPIRITUAL
El denominador común de todas las crisis de transformación es la manifestación de distintos aspectos de la psique que eran inconscientes.
En la psique no existen fronteras; todos sus contenidos forman un continuum con muchos niveles y dimensiones. Por lo tanto esperar tipos o formas bien perfilados no tiene sentido.
Sin embargo si es posible y útil definir ciertas clases que tienen características específicas como para diferenciarlas. La lista que sigue se basa en muchos años de experiencia con personas que pasan por dichas crisis, de información de profesionales que se dedican a esto y del estudio de la literatura pertinente:
_Episodios de conciencia unitaria (experiencias cumbre)
_El despertar de Kundalini.
_Experiencias de casi-fin de un ciclo.
_Emergencia de “recuerdos de vidas pasadas”.
_Renovación psicológica a través del retorno al centro.
_Despertar de la percepción extrasensorial (apertura psiquica).
_Comunicación con espíritus guía y canalización.
_Experiencias de encuentros con ovnis.
_Estados de posesión.
Tal cual
Tenaz afrontar el miedo
Buen articulo…?
Muy interesante todo el artículo …. el existencialismo hace casi 100 años ya trataba estos temas. En general, el individualismo nos ha enriquecido pero nos aisló hasta de nosotros mismos… cuando las culturas son tribales el nacer y renacer es parte de los ritos de iniciación. Supongo que necesitamos fisiólogicamente hacer un reset para empezar de nuevo cada tiempo y lo mismo a nivel psíquico. No lo tengo ten claro a nivel espiritual porque no sé si esas categorías de fin de un ciclo y vida son aplicables. Aparte de la vida misma, ¿existe algún otro valor, algo que valga , que sea un valor de verdad? Si uno creo que no, la vida espiritual es siempre la misma y todos somos y seremos siempre iguales, a lo Krisnamurti…pero si existen más valores verdaderos para alguién entonces morir a unos valores y nacer a otros sería lo que hablamos.
Creo haber superado el miedo con creces!!! Si, ese era el propósito…
Todo eso que relata en el artículo, lo he padecido yo. Nunca lo he contado a nadie, ni cuando estuve un mes ingresada por dos intentos de suicidio. Realmente fue aterrador, ya han pasado casi veinte años y, en éste momento creo que fue un regalo. Me ha costado mucho integrarlo, internet me ha ayudado mucho, pero como éste artículo no había encontrado nada parecido. Parece que describiera por lo que pasé. Sentía que el universo me quisiera decir algo… pero el qué? Cómo podían ser tan desconsiderados y mandar esos mensajes tan fuertes. Aún ando dándole vueltas… Desde entonces mis creencias han cambiado mucho, he recordado cosas que tenía taponadas. Creo que fue una liberación de energía y un encuentro conmigo y con algo más… Me odiaba tanto… y era tan materialista… En la radio se me coló un programa que hablaba sobre el mito de prometeo… » LA ESPERANZA» , contado de una manera maravillosa y con una voz de mujer bellísima. También vi la niebla gris en una esquina de la habitación y vinieron cánticos de indios con tambores y todo. Realmente aterrador y yo estaba despierta… Luego empecé a escribir mecánicamente, eran como mensajes que me llegaban… una auténtica locura. A quién le vas a contar eso y que no te encierren? Bueno , eso ya pasó y sigo buscando…
No quería que apareciera el comentario en público,pensaba que sería en privado.