Carta a quien me lastimó

Te escribo esta carta a ti, aunque nunca la leas. Me hiciste daño, mucho daño. En la naturaleza no existe la justicia y yo sigo sufriendo. Pero hoy me he dado cuenta que de alguna forma tengo que sacar de dentro de mí el profundo pesar que siento y eso es lo que voy a hacer.

Desconfío del rencor porque no es un buen amigo, por eso no lo quiero conmigo. Además el rencor nos lleva a sentir miedo y es precisamente lo que necesito que desaparezca. No es que te tema, es que tengo miedo a revivir mi sufrimiento y a volver a caer en el mismo error.

Por eso he decidido que tengo que afrontarlo, ponerme frente a frente a tu persona y a todo lo que tú significas; sea en mi mente o no, y hacerme valer. Si reduzco este miedo conseguiré reducir todos los demás.

Yo te quería y confiaba en ti, ¿sabes? En realidad no pedía nada extraordinario pero si lo hubiese sabido no hubiese permitido que me dañaras. No voy a olvidar nunca lo insoportable que es este dolor ni lo mucho que me ha enseñado. Al fin y al cabo te tengo que dar las gracias por algo.

He aprendido que no puedes darle a alguien algo que no quiere recibir. Te permitiste el lujo de dejármelo demasiado claro; tanto como lo importante que es saber lo que es malo en tu vida y te está consumiendo.

Pues sí, me he dado cuenta de que eras tan perjudicial para mí que me has impedido avanzar durante mucho tiempo.

Cuando mantienes tu resentimiento hacia otra persona, estás amarrado a esa persona o a esa situación, por un vínculo emocional que es más fuerte que el acero. Perdonar es la única forma de disolver ese vínculo y lograr la libertad

Catherine Ponder