CÓMO ACTIVAR EL NERVIO VAGO

Una de las mejores maneras de ayudarnos y prevenir desequilibrios es con una alimentación de tipo ancestral, que contenga principalmente pescados,  vegetales, frutos secos y frutas, evitando la alta dependencia de los cereales (principalmente los derivados refinados del trigo)  de aceites vegetales oxidados, de azucares, de «lácteos», de comida procesada, dejando períodos de descanso más o menos largos, manteniendo una vida activa, implementando incluso entrenamientos intensos (no extenuantes).

Pero, por la estrecha relación entre el nervio vago y el cerebro, la otra gran forma de activvarlo y mantenerlo saludable es la respiración consciente, la relajación y la meditación.  Hay que señalar la importancia de una correcta respiración a la hora de realizar prácticas relacionadas con relajación y meditación.

La respiración no sólo nos suministra oxígeno, sino que también nos proporciona prana o chi, que es la energía vital que mantiene los sistemas energéticos y físicos funcionando, y que es la representación “terrenal” de las energías sutiles que nuestra alma recibe del universo. La respiración es la única función del sistema nervioso autónomo que puede ser controlada y regulada por la conciencia, por lo tanto funciona como vínculo entre la dimensión psíquica y física del ser humano; es un puente de conexión entre la mente y el cuerpo.

EL PODER DE LA RESPIRACIÓN

Unas respiraciones profundas, hechas conscientemente, sirven tanto para calmar nervios antes de una presentación, entrevista o charla en público, como para ponernos en un estado de relajación y calma mental tras una jornada de trabajo. Respirar hondo, llenar los pulmones a tope y luego sacar todo el aire que uno pueda, varias veces, limpia nuestro cuerpo de aire que se acumula y que nunca sale cuando respiramos superficialmente, y nos deja una sensación de frescor interna que es realmente agradable.

El hecho de hacer todo esto manteniendo la concentración puesta en el proceso de respirar provoca que la mente esté ocupada en el momento presente, en la inspiración y la expiración, consiguiendo, aunque sea por breves momentos, la paz mental necesaria para entrar en estados de conciencia expandida. Así, respirar y centrarnos en esa respiración, sea con la técnica que sea, ayuda a controlar los procesos del cuerpo, a calmar la mente, a potenciar la concentración y a focalizar la mente, y, por supuesto, ayuda a relajarnos.

Cuando se activa este nervio, se producen los efectos de relajación y tranquilidad mental de forma más eficaz y profunda, lo cual representa una base para poder luego seguir con la meditación con el formato o propósito que nos hayamos marcado.

TÉCNICA DE RESPIRACIÓN Y ACTIVACIÓN DEL NERVIO VAGO

El siguiente ejercicio usa la respiración abdominal o diafragmática; cuando se realiza este tipo de respiración profundamente se lleva aire a la parte más baja de la caja torácica. La respiración se ha de hacer de forma lenta y profunda, con lo que se efectúa un adecuado uso del diafragma.

Procedimiento:

Inspirar por la nariz tranquilamente contando mentalmente hasta 4, mantener el aire en los pulmones contando hasta 6, y expulsarlo de nuevo contando hasta 4, pero al expulsarlo, lo haremos como si estuviéramos echando vaho a unas gafas para limpiarlas, es decir, contrayendo ligeramente los labios, de forma que al exhalar, se active el nervio vago.

Tanto la inspiración como la espiración deben ser lentas y profundas. Se puede hacer el tiempo que se desee, el mínimo ideal serían unos 7 u 8 minutos. En lo posible hacerlo todos los días.

En una situación tensa, por ejemplo, antes de un examen o entrevista laboral los resultados pueden ser sorprendentes.

Esta sencilla práctica, realizada con regularidad, no solo nos instaura de forma natural la respiración abdominal sino que consigue activar el nervio vago, permitiéndonos disfrutar y recoger los beneficios de la relajación mental y del proceso de meditación que hagamos a continuación.

ACTIVACIÓN del NERVIO VAGO

Existen otras maneras que ayudan a activar el nervio:

Aguantar la respiración.
Ponernos un paño húmedo y fresco en la cara.
Presionarnos vigorosamente sobre los ojos.

Beber un vaso de agua fría deprisa.
Tumbarnos con la cabeza hacia abajo.
Contraer el abdomen.

Inspirar profundamente hinchando el vientre para oxigenar la sangre.
La relajación y la meditación.

Los resultados de esta activación pueden ser asombrosos si lo practicamos cuando nos sentimos en un momento de agobio.

Además la activación a largo plazo del nervio vago consigue reparar algunos órganos, disminuye la presión arterial, mejorando el ritmo cardíaco, aumenta el volumen del cerebro, mejora la función inmune, arregla el sistema nervioso