Las discusiones, sobre todo en el entorno familiar o con amigos, son algo normal.
Que sucedan, de vez en cuando, no es algo que debería preocuparte.
Cuando en una relación, las discusiones se vuelven algo cotidiano, significa que ha llegado la hora de tomar medidas que busquen solucionar los problemas de raíz.
Ese momento llega, cuando notas que las discusiones se desencadenan por cuestiones insignificantes terminando en llantos, peleas y reproches que, en el fondo, son por cuestiones más profundas que hay que resolver.
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La discusión con los padres
Es una de las discusiones más comunes y suelen ser la causa principal (a veces positiva) de que los hijos tomen la determinación buscar independencia económica y techo propio.
De todas formas, por más que ya no vivas con tus padres, es normal que siempre se generen discusiones que deriven de algún tema polémico para la familia; tu profesión, tu pareja, tu forma de vivir, etc.
En esta relación hay una cuestión generacional que, por más abiertos mentalmente que sean tus padres, funciona como barrera. Cada generación está influida por costumbres, tradiciones, ideologías y formas de ver el mundo, correspondientes a la época que transitan pero que inevitablemente van cambiando con el correr de los años.
Muchas personas tienen la capacidad de adaptarse a las nuevas eras, pero otras, a pesar de que lo intenten, mantienen sus costumbres de forma férrea e inalterable.
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Consejos para evitar una discusión con los padres
Evita los «temas tabúes» (aquellas cosas que sabes que terminarán en discusión)
Acepta los consejos. No significa que después los emplearás.
Si aún dependes económicamente de tus padres, esfuérzate por encontrar sustento propio y tendrás mejores argumentaciones en temas de trabajo y estudio.
No respondas a provocaciones. Es mejor pasar por sordo que sumarte al juego de la provocación. Ellos te conocen, y saben en qué no concuerdan contigo y es posible que busquen todas las formas posibles de hacerte hablar de ese tema.
Si algo te enoja, antes de responder pregúntate: «¿vale la pena discutir? ¿podré cambiar su punto de vista? Si ambas respuestas son NO, guarda silencio y ocúpate de algo productivo.
Averigua sobre compatibilidades zodiacales. El Zodíaco puede brindarte mucha información sobre la esencia natural de las personas, la astrología enseña que todos tienen formas de ver y actuar en el mundo diferentes. Entender esa naturaleza te puede enseñar a tolerar más al otro.
Estos consejos te serán muy efectivos, para evitar las discusiones sin sentido en tu relación. Son muy útiles, sobre todo, si hay convivencia de por medio.
Consejos para evitar discusiones con tu pareja
Evita las agresiones verbales. No uses groserías, solo avivan la llama del enojo.
No levantes la voz. Es difícil, lo sé, pero controlar el tono de tu voz, es un gran paso para evitar una discusión fuerte.
No des «golpes bajos». Sabes que es lo que más ofende a tu pareja, si llegas a ese punto no hay vuelta atrás, discusión asegurada.
Antes de responder a provocaciones pregúntate si vale la pena discutir, si vale la pena gastar energía en algo que no tiene una finalidad positiva.
Corta por lo sano. Si el silencio no funciona, irte durante un rato de la escena es la forma más adecuada de cortar con la energía negativa.
Reflexiona y busca soluciones a los problemas de raíz. Es la mejor forma de eliminar las peleas de forma efectiva de tu relación.
Respetar las opiniones
Uno de los motivos más frecuentes por los que las discusiones son inútiles es porque nos olvidamos de respetar las interpretaciones y, sobre todo, los valores de la otra persona. Aunque desconoce si han aumentado las discusiones con respecto a otras épocas, sí cree que se discute mucho, posiblemente debido a que «la sociedad actual fomenta la inseguridad individual».
«Normalmente lo que se hace bien vale poco, mientras que cuando se hace algo mal todo el mundo lo señala», añade.
«Normalmente estamos tan pendientes de nuestro punto de vista que lo defendemos incondicionalmente sin ni si quiera pensar que si la otra persona opina diferente quizá sea porque tiene información que nosotros no tenemos» y, en este sentido, advierte de que «solemos considerar que lo que está bien es aquello que comparte nuestros valores».
«Pero quizá lo más importante sea aceptar que en ocasiones los valores de cada persona son diferentes y tenemos que elegir entre respetar los de los demás y hacerles sentir escuchados, entendidos y valorados, o defender los nuestros (valores) pese a que con ello estemos renunciando al Amor para tener razón».
De Dios cree que el problema no es tanto por qué se discute, sino que se discute normalmente porque la persona se encuentra insegura; «nadie debe tener poder sobre las emociones de uno a no ser de que se le permita, y si no se siente insegura la persona, no entra en una discusión», afirma. Del mismo modo, aclara que, ante una discusión, uno no debe buscar ser refutado por el otro ya que, lo importante, «es ponerse en el lugar del otro».
«Cuando una persona necesita sentirse entendido en una discusión es una cuestión emocional, entonces debería preguntarse por esa dependencia, por qué como adulto tiene necesidad de ser entendido», concluye.
No te dejes llevar por lo que el otro pueda decir: en un momento en el que ambos están ofuscados se pueden decir cosas muy desagradables acerca de la otra persona que podrían acabar haciéndote sentir herido. No respondas a ellas, lo mejor es cortar por lo sano
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