Somos muchos los que estamos en conexión el sendero espiritual, o estamos acercándonos a él.

Pero, ¿qué es el sendero espiritual?

En realidad hablar de sendero es algo metafórico: no hay tal sendero.

Como bien decía Antonio Machado «al andar se hace camino
y al volver la vista atrás se ve la senda que nunca se ha de volver a pisar»

¿Entonces por dónde ir? ¿Por dónde empezar o seguir? ¿Necesito un maestro? ¿Dónde lo encuentro? ¿Voy bien encaminado?

Los seres humanos tenemos una tendencia a mirar hacia afuera; a sentir que lo nuestro no es suficientemente bueno, o que nosotros no somos capaces de encontrar las respuestas. Tendemos a pensar que otros tienen la verdad, conocen el camino y nos pueden conducir hacia ella de la mano y sin riesgos.

Tenemos una tendencia a creer que “allí afuera” existe una VERDAD, y que “otros” (mejores y seguramente más iluminados que nosotros) la conocen.

Entonces vamos de grupo en grupo, de taller en taller, de maestro en maestro, buscando.

Eso es muy bueno y enriquecedor, mientras siga habiendo búsqueda.

Es importante compartir ideas, sentires, puntos de vista. Discernir entre lo que sentimos verdadero y lo que no. Encontrar pares, seres afines con los cuales discutir ideas y compartir sentires. Nutrirse mutuamente con los logros de cada uno.

Resalto la importancia de seguir la búsqueda porque es en el camino donde se va creciendo. No hay punto de llegada: hay crecimiento, evolución.

¿Ahora qué pasa cuando abandonamos la búsqueda? ¿Qué pasa cuando nos instalamos y “compramos verdades” ajenas?

Nos convertimos en repetidores, en clones. Y nos alejamos de “nuestra verdad”. Nos alejamos de nuestro ser para transformarnos en meras copias de otro que aparentemente sabe más y mejor que nosotros.

Vivimos en un mundo regido por la publicidad, por la imagen. Desde la televisión, la radio, los diarios, la política nos bombardean con supuestas verdades que de tanta repetición terminan instaladas en nuestro inconsciente sin demasiado filtro. Por esta via mucha mentira es finalmente percibida como verdad.

La mentira se ha vuelto natural, y hasta aceptable.

El ámbito espiritual no es diferente. Es parte de este mundo. En este ámbito tambien hay vendedores de mentiras disfrazadas de verdad, y hay quienes venden una búsqueda que hace tiempo dejaron de hacer.

Hay “maestros” o “facilitadores”que parecen decir en voz alta todas sus verdades, y hasta son admirados por ello. Sin embargo callan aquellas que no son convenientes, porque no encajan o pondrían en duda la validez su “sistema”.

Hay incluso modas espirituales.
Hoy todos hacemos tal o cual sistema. Mañana, este otro que hemos descubierto es lo último y lo mejor.

Muchos venden sistemas que supuestamente resuelven todo, sin entender que cada individuo es un universo en si mismo y que no existe sistema que resuelva todo para todos.

Para muchos la venta de “espiritualidad” es un medio de vida que hay que sostener. Por lo tanto descubrir que algo que foma parte del sistema ya no tiene validez es inconveniente. Algunos revisan con honestidad, otros no.

Vivimos en un mundo donde el cambio es permanente, y ese cambio está ascelerándose dia a dia. Lo que es válido hoy, puede no serlo mañana. Necesitamos una permanente atención al movimiento de la energía.

Algo que funcionaba maravillosamente bien ayer, hoy puede no dar tan buenos resultados.
Hay que prestar atención a los sistemas cerrados: tal vez hoy su validez no sea tan clara, o haya que hacer ajustes.

Si soy un repetidor de verdades ajenas, eso ya no será tan fácil, porque me acostumbré a no confiar en mi propia guía interna. Entregué mi poder a cambio de resultados seguros, y ahora que lo necesito, no sé cómo conectarme con mi ser, o tal vez piense que solo no puedo hacer la conexión.

Por todo esto sugiero: PRESTAR ATENCIÓN.

No entregar el poder a nadie. Nunca perder la conexión con la guia interna.
No es necesario que nos hable con palabras, ni que veamos a un ángel frente a nosotros. Nuestro ser siempre está presente y nos habla, las más de las veces lo hace a través de sensaciones corporales. No deberíamos desatender esas señales sólo por la forma en que se presentan.

Estemos atentos y sigamos cada uno nuestro propio sendero.

De ese modo podremos seguramente hacer brillar nuestros mejores dones y aportarlos a la totalidad. Eso redundará en enriquecimiento para todos.
Nuestro crecimiento personal será entonces un verdadero aporte al Bien Común.

Patricia Sahade