Conoce el nivel tóxico de las bebidas energéticas

Revertir el cansancio y la fatiga, evitar el sueño, mejorar el rendimiento físico, brindar energía y mejorar el estado anímico son algunas de las promesas de las bebidas energizantes. Pero, ¿qué pueden producir en el organismo?

Estas bebidas nacieron como complemento deportivo. Por eso consumir una sola lata y esporádicamente no representa mayor problema. La preocupación surge por el uso inadecuado de las mismas.

“Cuando se toman muchas bebidas energéticas en un periodo corto de tiempo, el organismo podría colapsar. Una persona sedentaria, por ejemplo, podría ser la más afectada, debido a que las bebidas energéticas en altas dosis elevan el ritmo cardiaco y la presión sanguínea. Además, por contener cafeína son adictivas, producen insomnio, taquicardia, irritabilidad y ansiedad, entre otros síntomas menos comunes”, aseguró el médico cardiólogo Julián Coronel.

El exceso de estas bebidas tanto en el deporte, en las salidas nocturnas y en la vida cotidiana puede generar también deshidratación. De igual manera puede causar temblores, malestar intestinal, dolor en el pecho, diarrea, dolor de cabeza y hormigueo en el cuerpo. Al ser un producto que disminuye el sueño, puede afectar la concentración y aumentar el apetito que conlleva a la obesidad.

Si bien las bebidas energéticas fueron creadas pensando en los deportistas, para disminuir los síntomas del cansancio y fatiga muscular, con el tiempo, sus creadores vieron el gran negocio que podía ser este tipo de producto no solo entre los deportistas, sino entre la gente joven en general. Actualmente estas bebidas estimulantes se venden en todo el mundo y quienes más las consumen son justamente los jóvenes.

La mayoría las utiliza en épocas de exámenes como un recurso para aumentar su rendimiento, evitando el sueño, pero también las consumen cuando salen a divertirse, y así aguantar durante más tiempo despiertos. En este último caso las mezclan con alcohol.

Mi experiencia con ellas, no ha sido nada buena. En una ocasión, durante mi etapa universitaria me vi en la necesidad de intentar lo que fuera para no dormirme. Trabajaba todo el día, y cuando llegaba a casa, estaba tan fatigado que estudiar para los exámenes era una misión imposible. Así que un día, me compre 4 latas de una conocida “bebida energética” y antes de terminar el capítulo 4 de anatomía, ya me las había tomado.

Sus efectos no se hicieron esperar y al cavo de un rato mis manos temblaban, mi corazón parecía que se me iba a salir de la taquicardia, me invadió una sensación de nerviosismo incontrolable y al final comencé a ver borroso. Asustado por mis síntomas, deje de estudiar e intenté tranquilizarme, sin conseguirlo por supuesto. Recién a las 9 de la mañana, y luego de ver tres documentales completos de la national Geographic logré conciliar el sueño.

Por esta razón, a parte de haberme convertido en un fan incondicional de los documentales de “vida salvaje”, he creado cierta repulsión por el consumo de las “energy drinks” y buscando información he podido hacer una lista de los principales inconvenientes de consumirlas.

Molécula de cafeína (alias “adenosina de ful”).

Una taza de café tiene una cantidad de cafeína que puede variar bastante, pero suele estar entre 80 y 100 miligramos. Además del café, la otra bebida más conocida que contiene cafeína es la Coca-Cola, que tiene unos 35 mg en una lata. Pero ¿y las bebidas energéticas?

Una lata de Red Bull, por ejemplo, tiene 80 mg de cafeína, de modo que es equivalente a una taza de café, algo más de dos latas de Coca-Cola. Tiene también unos 27 gramos de azúcar, algo similar a la Coca-Cola, salvo la versión “light”, que utiliza aspartamo como edulcorante. Como ingredientes auxiliares (pero de efecto similar a la cafeína) tiene taurina, glucuronolactona y vitamina B. Otras bebidas de este tipo tienen ingredientes algo diferentes, pero no demasiado. La mayor diferencia entre ellas es que la dosis de cafeína puede variar (Burn tiene unos 110 mg, Cocaine, una de las más cargadas, tiene 280 mg, el equivalente de tres tazas de café).

¿Qué diferencias hay con el café? Pues la verdad es que no muchas: no entiendo bien por qué la paranoia con el Red Bull y no con un buen espresso. Ninguno de los otros ingredientes de las “bebidas engañacuerpo” ha estado asociado a estudios clínicos que demuestren daños sobre el organismo. Sí existen, por otro lado, algunas diferencias indirectas entre el consumo de una “bebida engañacuerpo” de este tipo y, por ejemplo, el café, pero no por su composición química:

En primer lugar, casi nadie se bebe cuatro o cinco espressos seguidos. Sí es posible, y no demasiado difícil (no son latas muy grandes, y son refrescantes) beberse cinco Burns y cosas parecidas. De manera que, aunque el contenido de cafeína por lata no sea mayor que el de un café, la dosis total de cafeína sí puede ser mucho mayor. (Por cierto, la cafeína es un diurético, así que beber un refresco con mucha cafeína para hidratarse puede parecer refrescante, pero no es que sea muy eficaz para hidratarse).

Y, querido lector, apliquemos la lógica, como nos hemos propuesto al principio: si tu cuerpo utiliza los niveles de adenosina para autorregularse y obligarse a buscar reposo y descanso cuando lo necesita, engañarlo para que esto no suceda, especialmente de manera regular, no es demasiado recomendable. Un ejemplo estúpido y extremo, pero espero que revelador:

Imagina que quieres coger planchas de metal incandescentes. No podrías, porque tu cuerpo dispone de un mecanismo autorregulador, el arco reflejo, que retira la mano de la plancha (sin que puedas, probablemente, evitarlo) en cuanto te quemas. Este mecanismo está ahí para protegerte de un daño. Imagina también que pudieras tomar una pastilla de quemazolín, “la pastilla contra el calor”, un compuesto imaginario que evita que los receptores de tu piel sientan el calor y que tú sientas dolor al tocar la plancha incandescente. ¡Qué bien, podrías entonces coger planchas incandescentes sin problemas!… ¿Te das cuenta de la estupidez de todo el asunto?

Las dosis elevadas de cafeína tienen además cierto riesgo (aunque no sea muy grande), porque elevan el pulso, de modo que si tienes problemas cardíacos no deberías beber Red Bull… ni tampoco café. Pero, una vez más, el supuesto “peligro” no es de que te bebas una lata de una de estas bebidas y te mueras porque sean tóxicas: es el mismo peligro que el de beber mucho café.

En segundo lugar, es relativamente común mezclar estas bebidas con alcohol, y ahí sí hay un peligro considerable (aunque indirecto). El alcohol es un neurodepresor, y la cafeína un neuroestimulante. Si bebes alcohol y cafeína a la vez, la cafeína te hace no darte cuenta de cuánto te ha afectado el alcohol (y hace que los demás no te vean tan borracho), pero el efecto del alcohol sobre tu sistema nervioso sigue siendo el mismo que si no tomases cafeína.

Una vez más, el peligro está en engañarte a ti mismo: en este caso, no sobre lo cansado que estás, sino sobre lo bebido que estás. Y no darse cuenta de eso es mucho más peligroso que no darse cuenta de la fatiga, pues puede intentar hacer cosas que no harías si fueras consciente de lo ebrio que estás (como conducir). Pero, una vez más, lo mismo sucedería al beber vodka con café.

¿Cuáles son los riesgos de consumir bebidas energéticas?

El principal riesgo es el elevado contenido de cafeína y calorías.
La ingesta elevada puede provocar temblores o arritmias y trastornos en la absorción de líquidos y fluidos, que modificarían el proceso intestinal.
Estas bebidas pueden actuar como potentes diuréticos, dejándonos deshidratados.
Otras sustancias presentes en estos productos: el ginseng, la taurina, efedrina, guanina y arginina, potencian aún mas el poder estimulante de estas bebidas, provocando síntomas mucho mas peligrosos.
El consumo diario de mas de 3 latas, podría provocar diarreas, dolor de cabeza, irritabilidad, nerviosismo, falta de concentración, cambios de humor, dependencia psicológica, agresividad, ansiedad o crisis de pánico.
Según los expertos la mezcla de estos productos con alcohol podría suponer un grave peligro para la salud, ya que se contrarrestan los síntomas del alcohol y el consumidor no es consiente de su progresiva intoxicación etílica y sigue bebiendo.
Mezclar las “energy drinks” con drogas como la cocaína , éxtasis,…etc, puede aumentar el riesgo de padecer disfunciónes cardiovasculares.