La amniocentesis es un estudio que se hace durante el embarazo y que permite recoger información sobre el desarrollo del bebé, tomando una muestra del líquido amniótico. Este es el líquido que rodea al bebé en el útero.

La razón más común para realizar una amniocentesis es determinar si el bebé tiene una condición genética o una anormalidad cromosómica, como el síndrome de Down.

Así como el análisis de las vellosidades coriónicas (biopsia de corion o CVS por sus siglas en inglés), un procedimiento que se efectúa en el primer trimestre, la amniocentesis produce un cariotipo, es decir, un análisis detallado de los cromosomas de tu bebé. A través de este, tu doctor puede diagnosticar con toda seguridad si tu bebé tiene algún problema. (En alrededor de uno por ciento de los casos, existe un problema con la muestra, y la prueba no produce un resultado).

La amniocentesis se realiza usualmente cuando la mujer se encuentra entre las semanas 16 y 22 del embarazo. La opción de hacerse la amniocentesis debería ofrecerse a todas las embarazadas.

Sin embargo, las mujeres que optan por someterse a esta prueba, por lo general son aquellas que presentan un riesgo mayor de que el bebé tenga problemas genéticos o cromosómicos. Esto se debe, en parte, a que la prueba es invasiva y conlleva un pequeño riesgo de sufrir un aborto espontáneo.

Otras razones por las que puedes realizarte una amniocentesis son:

Para diagnosticar o descartar una infección intrauterina.

Para controlar el placer del bebé si tienes sensibilización en la sangre, como sensibilización Rh. Esta es una condición compleja que se da si tu tipo de sangre es distinto al de tu bebé. (Nota: cada vez más hospitales están utilizando ultrasonidos Doppler para detectar esto, en vez de realizar una amniocentesis).

Para determinar si los pulmones de tu bebé están lo suficientemente maduros, si es que corres el riesgo de tener un parto prematuro o si es necesario adelantar el parto por cualquier razón.

El objetivo con el que se realiza este tipo de estudio es sobre todo para determinar en el bebé algún tipo de anomalía cromosómica, como el síndrome de Down o algún tipo de problema de salud. Se suele realizar sobre todo entre las semanas 16 y 22 de embarazo y optan por someterse a esta prueba aquellas mujeres que tienen un mayor riesgo de que el bebé sufra problemas genéticos.

Antes de realizar la amniocentesis sería aconsejable que supieses todos los riesgos que entraña este estudio. El mayor de los peligros sería el aborto espontáneo después de la prueba, que ocurre por lo general en el 1% de las situaciones. Esto se debe básicamente a los daños que se producen en el saco amniótico al atravesar con la aguja el útero o causa de una infección.
Hay otros riesgos a tener en cuenta como son la punción fetal o del cordón durante el momento en que se realiza el control.

En el momento de la amniocentesis es posible que se experimente un pequeño dolor durante la punción, además de leves molestias en la parte del abdomen al atravesar el útero con la aguja. Cabe la posibilidad de que aparezcan una serie de efectos secundarios en la madre cuando finalice la prueba como puede ser sangrado o pérdida de líquido amniótico, dolor abdominal e irritación en torno a la zona de la punción.

También hay que decir que la amniocentesis no está recomendada en aquellos casos en los que la madre sufra algún tipo de infección crónica, como pueda ser la hepatitis C o el VIH, ya que se podría transmitir de la madre al feto.

Esta prueba se recomienda hacer sobre todo cuando se detecten alteraciones sospechosas en las ecografías, la madre tenga más de 35 años en el momento del embarazo, si hay antecedentes familiares de alteraciones genéticas, por anteriores embarazos con síndrome de Down o simplemente cuando tenga que adelantarse el parto y queramos estar completamente seguros de que no hay peligros ni se pondrá en riesgo la salud de la madre ni de bebé. Este análisis suele durar en torno a los 15 minutos.