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CONTROLANDO LA ACIDOSIS

por | Dic 13, 2015 | Alimentos, Consejos, Salud Natural | 2 Comentarios

El metabolismo (esa combinación de procesos físicos y químicos que se dan en el organismo para asegurar la distribución de nutrientes, la reparación de tejidos y la producción de energía, entre otras funciones) en condiciones normales genera una importante cantidad de ácidos (desechos) que deben ser eliminados para que el cuerpo pueda mantener su equilibrio ácido-base y permanecer saludable.
Los órganos encargados de la eliminación de los ácidos son: los riñones, la piel y los pulmones. Los riñones y la piel eliminan los ácidos fuertes (como el ácido úrico, el sulfúrico y el fosfórico) que provienen principalmente del consumo excesivo de proteínas animales. Los pulmones, en cambio, eliminan bajo la forma de anhídrido carbónico (CO2) los ácidos débiles o volátiles (como el ácido cítrico, el pirúvico y el oxálico) que provienen de los vegetales. Como la sangre no puede contener muchos ácidos debido a que éstos modifican peligrosamente su pH, el organismo buscará desembarazarse de ellos lo más rápidamente posible. Cuando la cantidad acumulada de ácidos sobrepasa las posibilidades de eliminación de los riñones, la piel y los pulmones, sobreviene la acidificación y los padecimientos que esto conlleva (artritis, artrosis, osteoporosis, hipotiroidismo, rinitis, tendencia alérgica, dientes sensibles, caries dentales, falta de energía, etc.).

¿COMO NOS LIBERAMOS DEL EXCESO DE ÁCIDOS?

Para favorecer la eliminación de ácidos en el organismo, es de vital importancia beber suficiente agua pura durante el día y fuera de las comidas, y efectuar ejercicios respiratorios en ambientes pránicos (cargados de energía vital). Se deben mantener hábitos de vida sanos (respetar las horas de descanso, ser organizado, tener carácter alegre, etc.) y llevar adelante una alimentación saludable, en la que la mayor parte de los alimentos sean de origen vegetal, se consuman crudos (alimentos alcalinizantes), y estén combinados correctamente para evitar carencias nutricionales.

Además, existen complementos dietarios que ayudan a desacidificar el organismo. Veamos algunos ejemplos:
Espirulina: es un alga de agua dulce que tiene yodo, hierro, aminoácidos esenciales (como el triplofano), betacarotenos, vitaminas del grupo B y ácido gammalinoleico. Es recomendada en caso de fatiga, anemia, problemas de visión, trastornos menstruales y afecciones de la piel.
Ginseng: es una raíz de origen oriental, conocida mundialmente por sus beneficios. Contiene vitaminas A, grupo B, C, D y E. Se la recomienda en casos de agotamiento, depresión, estrés, debilidad del sistema nervioso, convalecencia, enfermedades degenerativas, diabetes, problemas de hígado y falta de memoria.

Germen de Trigo: es la parte más nutritiva del grano de trigo. Contiene aminoácidos, ácidos grasos esenciales, minerales, oligoelementos, vitaminas B y E. Se la recomienda en casos de hipotensión, depresión, tendencia a la trombosis y trastornos menstruales.
Sal marina o Sal rosada (andina o del Himalaya): aportan otros minerales, ausentes en la sal refinada.
Aceite de Pescado: rico en omega 3, un ácido graso esencial que mejora el metabolismo y la piel, incrementa la energía, y favorece el aprendizaje, entre otros beneficios.

Infusión de Carqueja, Boldo o Cardo Mariano: estas hierbas son muy buenas para depurar el hígado. Favorecen la digestión, y la eliminación de los desechos a través de la orina y la matera fecal.

Agua: prestar atención a la sed. En general, se recomienda beber de 1.5 a 2 litros de agua potable de red (purificada en el domicilio), lejos de las comidas para evitar que se diluyan los ácidos gástricos y se retrase la digestión. No abusar del consumo de agua mineral (los minerales presentes en esta agua son inorgánicos y en exceso podrían dañar la salud).

CONSEJOS A LA HORA DE SUSTITUIR ALIMENTOS:

Café con leche: sustituir por té verde o té rojo, solo o con leche vegetal (leche de almendra, avena, arroz, quínoa, mijo, alpiste, etc.).

Harinas industrializadas: reemplazar por harinas integrales.

Azúcar: sustituir por azúcar mascabo (azúcar integral de caña), miel pura de buena calidad (nunca cocinar la miel porque se vuelve tóxica para el organismo) o estevia (en lo posible en hojas). Evitar los edulcorantes artificiales porque son un potencial afección celularígeno y no aportan ningún nutriente, ni ayudan a bajar de peso.

Aceites: usar aceite de oliva extra virgen, de canola o de girasol (1° prensada en frío).

Vinagre de alcohol: reemplazar por jugo de limón o vinagre de manzana.

Sal refinada: sustituir por sal marina o sal rosada (andina o del Himalaya).

Queso rallado: puede sustituirse por un preparado triturado en la licuadora (o con minipimer) conteniendo: semillas de sésamo, chía, lino, girasol y otras semillas, algas marinas, levadura de cerveza nutricional, condimentos a gusto (pimienta negra, provenzal, etc.), y sal marina o rosada.

Carnes: preferir pescado de mar o río (si resultara difícil su sustitución, consumir carne roja sólo una vez por semana).

Tartas y Pizzas: la masa de harina refinada puede sustituirse por una base de arroz integral, quínoa o mijo pelado. Se deben evitar las harinas refinadas de trigo, maíz y soja porque son acidificantes.

OTROS CONSEJOS

DESAYUNO MERIENDA y COLACIONES: consumir frutas frescas. Aportan agua, fibra, vitaminas, calorías (provenientes de la fructuosa), oligoelementos y energía vital. Deben ser preferentemente de estación, variadas, maduras y siempre crudas (las frutas cocidas pueden resultar tóxicas, y no aportan nutrientes ni energía vital). Deben consumirse alejadas de otros alimentos porque pasan al intestino delgado muy rápido: al mezclarse con otros alimentos (que necesitan mayor tiempo de digestión), estos las demoran en el estómago, ocasionando que fermenten y generen síntomas digestivos molestos (gases, hinchazón, etc.).

ALMUERZO: lo ideal es que esté compuesto en su mayor parte por alimentos de origen vegetal, crudos y variados. Comenzar con vegetales de hojas verdes (lechuga, achicoria, rúcula, espinaca, etc.), hortalizas crudas (zanahoria, tomate, remolacha, zapallito, etc.), y otros vegetales (calabaza, papa, zapallo, berenjena, etc.) tiernizados al vapor, rehogados o cocidos a fuego corona para evitar que las temperaturas elevadas los desnaturalicen. En menor proporción, agregar una ración de arroz integral, quínoa o mijo pelado, acompañada de lentejas, arvejas o porotos cocidos.

A quienes consumen huevo, les recomiendo cocinar la clara dejando la yema blanda para que conserve sus nutrientes. Es importante saber que el colesterol que aporta la yema tiene un efecto clínicamente insignificante en el colesterol total en sangre. Las claras también pueden usarse para ligar verduras crudas (picadas y condimentadas) en sartén de teflón y a fuego corona, o para preparar terrinas cocidas al vapor.

El tema de la alimentación es algo serio, pues la salud depende de lo que a diario comemos y bebemos, y también depende de lo que hacemos con el cuerpo y de lo que aceptamos a nivel espiritual, emocional y mental. Comprender la importancia que tiene el cuidado de los hábitos (que abarcan no sólo la higiene del cuerpo por fuera, sino también el equilibrio de la dieta, el control de la respiración, la adecuada actividad psicofísica, etc.) es el primer paso, pues ellos son el mejor aliado (o el peor enemigo) que tiene nuestro organismo para librar esa batalla diaria que debe enfrentar para mantenernos sanos.

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