DISPEPSIA Y SU RELACION ESPIRITUAL

La dispepsia es una digestión dolorosa, alterada, asociada y producida por un exceso de comida y por una mezcla inadecuada de alimentos. Si usted tuvo diecisiete años y comía tanto como un ciclista, mezclando patatas con pan e incluso arroz, para terminar con un postre altamente azucarado, a la vez que tomaba una bebida carbonatada y seguramente azucarada y a pesar de todas estas transgresiones no padecía de ninguna anomalía, estará de acuerdo conmigo, amigo lector, que a sus años esto le puede pasar una tremenda factura.

Goethe decía: “La felicidad consiste en una buena comida y en una buena digestión”. El autor está convencido de que es imposible sentirnos bien después de hacer mezclas totalmente incompatibles, puesto que nos van a generar gases, aerofagias, flatulencias, estreñimiento, pereza, insomnio, irritabilidad y seguramente tristeza. Por lo tanto, no vamos a dar un tratamiento para ninguno de estos síntomas, que no nos servirá de nada, en cambio sí nos va a ser útil cambiar hábitos y saber mezclar los alimentos.

Primer punto: Media digestión se realiza con una adecuada y prolongada masticación. “Las comidas se beben y las bebidas se comen”. Este proverbio indú nos viene a decir que nunca debemos tragar un alimento hasta que lo hayamos convertido en crema, para ello tendremos que haber masticado un mínimo de treinta y tres veces. Y si usted bebe un gazpacho por ejemplo, debe hacerlo a pequeños tragos y poniéndolo en contacto con sus enzimas salivares, para ello no tendrá más remedio que fingir que está masticando.

Sepa que su dispepsia puede ser síntoma de una disfunción grave: gastritis, úlcera gástrica, colon irritable e incluso diabetes mellitus. Todas éstas causan dispepsia.

Segundo punto: Procure con toda su intensidad no mezclar proteínas con hidratos de carbono. Por ejemplo, si usted quiere estar toda la tarde con la tripa hinchada y dando flatos ácidos-agrios y fétidos, mezcle carne con patatas, y con pan con una ensalada que contenga remolacha y zanahoria.

Y si quiere garantizarse la absoluta miseria digestiva, tómese un postre muy azucarado. Sería necesario todo un tratado para describir los diferentes tipos de incompatibilidades. Le sugiero que lea “El Higienismo” de Shelton. De todas formas evite tomar fruta de postre y sepa que el café acaba con la flora saprofita intestinal (lactobacilo acidófilo).

Esta bacteria es la encargada de descomponer y hacer digeribles los alimentos y en la medida en que la asimilación sea incompleta, dará lugar por putrefacción a gases (metano). Otra norma sería no comer mucho pan durante la comida, al igual que no tomar mucha agua o líquido dado que van a diluir sus jugos y enzimas, lo que dificultará la digestibilidad de los alimentos ingeridos.

Los antiácidos son útiles de manera temporal, dicho de otra forma, si usted se conforma con apagar un fuego gástrico cada día, tenga claro que tendrá repercusiones nefastas. ¿Por qué? Primero: La pirosis retroesternal (ardores) es un síntoma, una queja de su estómago intentando establecer una comunicación de forma que usted modifique su comportamiento culinario. Dicho de otra forma, que usted tenga un seguro de incendios no va a ser óbice para dejar a sus hijos pequeños jugar con cerillas. O lo que es lo mismo, debemos atajar el origen y la causa de esa manifestación, por lo tanto no debemos darnos por satisfechos cuando apagamos el fuego (ardores), sino cuando dejemos de tener dichos síntomas u otros, como gases, estreñimiento, etc.

Estimado lector, le contamos todo esto porque no queremos que este humilde tratado le sirva solamente para neutralizar sus excesos, sino que también le motive para modificar su alimentación. Una vez dicho esto, pasamos a describirle elementos que harán de su digestión un proceso tan inconsciente como su respiración y circulación sanguínea en el caso de ser correcta.

Después de cada comida le aconsejo tomar piña como único postre válido y favorecedor de la digestión. Si no tiene piña, le servirá la peladura (piel) de la naranja (cuidado con los pesticidas y la cera, deberá cepillarla profusamente debajo del grifo); coja unos 10 cm aproximadamente de cáscara de naranja, introdúzcala en una olla con 250 cc de agua y déjela hervir durante dos minutos; tómese esta decocción a pequeños tragos con unos trocitos de canela. Otro remedio es tomar una infusión preparada con una hoja de laurel. Comprobará que nunca tuvo su tripa más cerca de su espalda.

Si usted es de aquellos que por la noche emite unos ruidos capaces de despertar a sus vecinos, prepare la siguiente decocción: mezcle anís estrellado, menta, hinojo y cardo mariano a partes iguales (decocción de 2 minutos), tanto usted como sus vecinos lo agradecerán.

Si son las tres de la madrugada y siente ardores desde el estómago hasta su garganta y no tiene ningún antiácido cerca, le servirá, como excepción, ir al frigorífico, coger leche (a ser posible desnatada y fría) y tomar cinco tragos pequeños. Le aseguro que se le va a quitar, pero también le advierto que en la mayoría de los casos le volverá a aparecer acidez al cabo de un rato con mayor virulencia. Por lo tanto sepa que es una medida sintomática que no se debe reiterar puesto que tiene un efecto absolutamente efímero y con efecto rebote. Pero bien, muchas veces nos puede servir para paliar una situación desesperada.

Nunca se vaya a la cama sin haber esperado antes tres horas (tiempo que los alimentos permanecen en el estómago), dado que no respetado dicho intervalo de tiempo se arriesga a padecer reflujos esofágicos, o lo que es lo mismo, comprobará cómo un ejército de fuego y sabor amargo le corta la respiración despertándolo a la vez que se incorpora con pavor y desconcierto. Ya que sabe de lo que le estoy hablando, olvídese del vasito de leche antes de ir a la cama, solamente es aconsejable si hace tres horas que no ha ingerido ningún alimento y tiene usted la facultad de digerirla sin dificultad.

Vamos a tener la osadía de asegurarle una digestión feliz y un sueño profundo. Para ello tendrá que tomar alcachofas al vapor aderezadas con un poco de aceite de oliva puro de primer prensado en frío (no se deje envenenar con el aceite de orujo de oliva) y un poquito de sal.

Es normal que una vez terminada la jornada quiera gratificarse e incluso homenajearse con una cantidad mayor de alimentos, por lo que puede añadir con moderación unas judías verdes elaboradas del mismo modo. Para finalizar deberá tomar la siguiente infusión: 12 gr de melisa para 250 cc de agua, deje reposar diez minutos, añádele unas gotitas de limón; tras eso, frótese las manos porque va a dormir como un angelito.