El proceso no es tan difícil. Cuando tienes el coraje de tomar una decisión, más que hacerlo intelectualmente, ¿Debo hacerlo?, ¿No debería? ¿Lo haré?, ¿No lo haré?

Removiéndote mentalmente entre las opciones, intenta confiar solamente en tus sensaciones sutiles.

Abre tu corazón a lo que el espíritu te está diciendo.

En cualquier situación, no importa mucho qué es lo lógico, lo que más importa es preguntarse qué es lo que se siente bien.

Una vez que hayas decidido lo que se siente bien, correcto, ve por ese camino con precaución; vigila cualquier inconsistencia o problema y ajusta tus acciones en consonancia.

Si una idea es correcta, será empoderada por tu yo infinito, proyectando energía hacia fuera, y las cosas fluirán.

Si no es así puede que tengas que adaptarla un poco.

Pero si el asunto no funciona y nada fluye, tómalo como signo de que la idea es equivocada, que no tienes suficiente energía para hacer que tenga éxito, o que no es el momento adecuado.

A propósito, déjame hablarte sobre la diferencia entre perseverancia y estupidez.

Cuando vas tras tus metas, necesitas una intención clara y persistencia.

Tienes que llevar a cabo las acciones correctas, concentrarte en tu meta y esforzarte por el suficiente tiempo para conseguirla.

Pero cuando te topas con una jodida y enorme piedra en tu camino, no será parte de tu decisión y perseverancia el golpearla con tu cabeza una y otra vez.

A veces encontrarás un camino para rodear la roca, y a veces no podrás. Si esto sucede, retírate, llega allí de otra manera, o anula esa ruta. (..)

Piensa en ti como un banco de energía. ¿Cuánto estás pagando y cuánto se te devuelve por el esfuerzo?-

A veces verás que el incremento potencial en una situación determinada es muy limitado, y que la posible pérdida puede incluir derrota, enfermedad, pérdida de una amistad, o sufrimiento de un tipo u otro.

Así que no seas obstinado. Cuando te enfrentes con obstáculos, trabájate un camino para rodearlos, o espera con paciencia; algunos obstáculos desaparecen o se disuelven con el tiempo.

Usa tu cerebro, no tu cráneo.

No hay heroísmo alguno en golpear cosas con tu cabeza.

Es de tontos.

Confía en tus sensibilidad, pregunta y observa los signos a tu alrededor (….).

Practica con constancia.

Digamos que quieres telefonear a una amiga. ¿Estará en casa o no?.

Visualízala y envía tus sensaciones en su dirección, buscándola. ¿Puedes sentir cómo y dónde está? ¿Puedes sentir su alma, su personalidad, allí? Si tus sentimientos dicen no, entonces no la llames. Si tus sentimientos dicen sí, entonces llama.

Al principio no importa si estás o no equivocado.

El asunto es que debes acostumbrarte a ir más allá del intelecto y la idea aceptada de que no puedes posiblemente encontrara tus amigos buscándolos por vía extrasensorial.

Yendo en contra de la lógica común, estás, en efecto, pidiendo permiso para tener acceso a un conocimiento más alto y más profundo.

Tu yo infinito está unido al del amigo que estás queriendo llamar; sabe si tu amigo está en casa o no. Preguntándole, y actuando según sus respuestas, le das poder. Tu coraje aumenta.

La falta de consciencia tiene sus raíces en la niñez. A la edad de 7 u 8 años, el conocimiento interior, con el que somos obsequiados al nacer, se ha borrado.

El sistema educativo está basado en el ego, la personalidad, el estatus y la lógica.

Somos entrenados para ignorar el camino fácil de conocer las cosas vía interconexión con todas ellas, y reemplazarlo por un laborioso método de aprendizaje basado en la memoria, la lógica, el intelecto y una aburridísima conformismo.(…).

Gradualmente nuestro conocimiento metafísico se pierde, y, al comernos la manzana de la lógica del mundo «real», descendemos desde el cielo y perdemos nuestra naturaleza angélica.

Somos expulsados del Jardín del Edén, hacia una existencia mucho más dura, con el único conocimiento del ego para guiarnos.

Finalmente aprendemos a ignorar completamente lo que el espíritu nos está diciendo. La personalidad toma el mando y nosotros la seguimos como pequeñas ovejas. (…)

Conforme comienzas a confiar en tu guía interior, llámala el Yo infinito, un espíritu guía, Cristo, Swami, Rami, o como quieras, no tiene nombre. Cuando empiezas a confiar en ella, te lleva graciosamente, paso a paso.

Te llevará a la siguiente persona, al próximo lugar, a la cumbre más alta, lo sabe. ¿Cómo lo sabe?. Porque está en todo lugar y todo es un sentimiento, así que lo conoce todo. Conforme te concentras y empiezas a confiar en ella, se hace más fuerte.

Una puerta se abre en tu interior. ¡clic!

Hay gente que me dice: «Confiar así me asusta»! «Sí» les replico. «Se supone que ha de ser así. Es la naturaleza de esta búsqueda sagrada».

De hecho, sólo es tu personalidad la que está asustada. Tu yo real es eterno e inmortal.

No puede ser asustado ni confundido. Vive en una dimensión perfecta de exquisita belleza. Así que si temes soltarte, háblale a tu personalidad, ayúdale a pasar por la experiencia.

Hazlo como si hablaras a un niño pequeño, diciendo. «hola, pequeño ego, sé que estás asustado de dejarte fluir. Sé que te preocupa que deje este trabajo tonto por si no encuentro otro. Pero soy eterno. Soy abundante.

Soy infinito. Sé que hay algo mejor más allá porque mi yo infinito lo siente así. Así que no te preocupes, pequeño. Estaremos bien.» (…)

Aquí hay un ejercicio que puedes hacer, y estoy seguro de que puede inventar media docena más. La próxima vez que tengas la tarde libre, prueba a taparte los ojos. Estoy presumiendo que no eres ciego. Si lo eres, no necesitas hacer este ejercicio ya que lo haces constantemente.

O.K., el resto de vosotros haced esto: pasar la tarde con los ojos vendados. Puedes querer pasearte por la casa antes y asegurar algunas áreas peligrosas. ¡¿No tienes que caerte por las escaleras del garaje sólo para descubrir tu yo infinito?!

Planea este ejercicio para por lo menos tres horas. Es importante que dure bastante para que tu ego pierda el control. El objetivo es sacarle el poder al ego y que operes a través de tus sensaciones. Así que, deja la cena preparada y véndate los ojos.

Camina por la casa como harías normalmente.

Lidiando con la temporal pérdida de visión, puedes frustrarte, asustarte o aburrirte; tu ego puede reaccionar a la pérdida de su control. Sé determinado, rechaza la resistencia y sigue hasta el final. Intentas desarrollar confianza para permitir que tus sentimientos te guíen.

Hay un proceso que hacemos en un seminario llamado Wildefire que doy una vez al año para hombres, donde llevamos a los chicos a subir una colina boscosa. Ellos tienen que llevar dos huevos, que simbolizan el peso de las responsabilidades que toma un hombre en su vida.

Los hombres siguen el sonido de un tambor durante una hora, teniendo cuidado de que los huevos no se rompan.

Primero se dan un montón de golpes en la cabeza con las ramas de los árboles y se caen. Algunos se ven tan incapacitados por la pérdida de visión, que gradualmente se van distanciando del tambor.

Es el símbolo de la pérdida de contacto con su Yo Infinito.

Tan pronto como resuelven su incapacidad y dejan de intentar ser tíos inteligentes pensando hacia fuera, descubren que pueden sentir dónde están los árboles, y empezar a moverse con más seguridad y menos dolor. Al final, andan a un ritmo casi normal..

A veces, si el que toca el tambor se despista un poco, los hombres con los ojos vendados lo alcanzan antes de acabar el ejercicio.

Nunca cesa de sorprenderme cómo la gente puede desarrollar una percepción extrasensorial a tal velocidad, una vez que están de acuerdo en que ésta existe. (…)

Aquí van un par de cosas a recordar para hacer tu trabajo de guía interior un poco mejor para ti:

Primero: para echar atrás el ego, has de empujarlo contra fuera de sus zonas de confort. Así que, haz lo que no le guste.

Si, p. ej. Hablar en público te da pavor, apúntate a dar un discurso.

Si la oscuridad te molesta, camina por la noche en el bosque, como hice yo.

Si las alturas te paralizan, haz paracaidismo.

Cada semana, discurre una cosa que usarías para desafiarte, para rechazar el envoltorio de tu resistencia, y hacer mayor tu reforzamiento.

Segundo: disciplínate para permanecer mentalmente en el ahora. No permitas que la mente sueñe despierta, y no te preocupes por el futuro.

Desde luego que puedes hacer los planes de cosas futuras que necesitan ser organizadas hoy, pero no hagas demasiados futuribles.

Permanece centrado en el eterno presente. Trabajando y confiando y ejercitando el músculo de tu percepción, crece rápidamente.