Entrevista a Ramón Panikar

Era químico, filosofo, teólogo y sacerdote.

Llevaba 40 años repitiendo lo mismo: la necesidad de diálogo entre cultura y religiones.

La interdependencia de todo con todo: hornbre, animales, tierra, cosmos, Dios. Y lo repite con generosidad, con una sonrisa y una elegancia poco habituales.

Tiene publicados más de 40 libros y unos mil artículos que abordan la filosofla, la ciencia, la metafisica y las religiones comparadas. Y a su refugio de Tavertet llegan estudiantes de filosofía de todo el mundo (habla seis idiomas). Ha vívido en Europa, EE.UU y en India, pero asegura que a partir del 2000 ya no se mueve.

Tiene porte de sabio y dignidad de jardinero. Sus libros no son fáciles: «Leer es un arte y hoy la epidemia es la superflcialidad». Vive sin tele, sin radio, sin prensa. «Oiga, mire y escuche», me dice al despedirse.

—Esta noche mucha gente estará triste.

R Panikkar: —Pues no debería: el nuevo milenio. El nuevo año, el nuevo día. Es una nueva oportunidad.

—¿Para tener buenos propósitos?

R Panikkar: —No, para darse cuenta de que, quien no vive el asombro y el milagro de cada día, no vive.

—¿Por qué cree que tropezamos continuamente? ¿Hay algo que no entendemos?

R Panikkar: —¿Por qué queremos entenderlo todo?

—Buena pregunta.

R Panikkar: —El amor no se entiende, no tiene porqués. Debernos vivir en lugar de controlar. Hace falta una mutación radical, pero para transformar nuestra vida necesitamos un coraje que no tenemos, por eso sufrimos.

—¿Cómo empezar esa transmutación?

R Panikkar: —Entendiendo que lo más extraordinario es lo ordinario.

—¿Nos falta esperanza?

R Panikkar: —Proyectamos la esperanza en el futuro y está en el presente. La esperanza es descubrir esa dimensión invisible, misteriosa y bella, de cada momento. Hay que profundizar.

—Y usted, ¿cómo la descubrió?

R Panikkar: —No fue ningún tipo de revelación. Poco a poco la vida se te muestra tal corno es. Hay que detenerse para descubrir que en cada momento está escondida la eternidad.

—El miedo a detenerse, ¿es miedo al vacío?

R Panikkar: —Sí. y hay que comprender que el vacio es lo que nos permite llenarnos a cada instante. Esta es la gran lección del budismo: vacío y plenitud son facetas de la misma realidad.

—¿Somos demasiado débiles?

R Panikkar: —Por qué queremos ser más fuertes de lo que somos? Yo soy débil, pero si tú me tiendes la mano, si confio en ti, seré fuerte. No debernos hacer del otro una entelequia.

—Nos creemos autosuficientes.

R Panikkar: —Sí. y no queremos confesar nuestro miedo, y el miedo paralizante sólo desaparece cuando estamos vacíos. Vacios de miedo a hacer el ridículo, a que nos traicionen…

—A que nadie nos ame de verdad.

R Panikkar: —Todos los miedos son a la fin de un ciclo, y cuando uno lo supera empieza a gozar de la vida. pero no se consigue con voluntad.

—¿Hay que convencer al corazón?

R Panikkar: —»Convencer», sí; no hay que vencer nada. cuando un corazón es puro entiende.

—¡Pero nuestros corazones no son puros!

R Panikkar: —Están llenos de ambición y egoísmo. Reconocer nuestra debilidad nos hará fuertes. La hipocresía es el peor de los males

—¿Existe la buena y la mala suerte?

R Panikkar: —Sólo cuando comparamos; es una proyección de la mente.

—Nacer hoy en el Tercer mundo, ¿no es tener mala suerte?

R Panikkar: —Es la injusticia creada por la cultura occidental. Ellos nos mantienen con su deuda. Nos dan 1.000 millones de dólares cada día.

—En lo individual podemos hacer algo…

R Panikkar: —Decidete: carnina. ¿Por dónde? no lo sé. Descubre tus pasos. Pero si no confiamos en nosotros mismos, ¿cómo vamos a confiar en el otro? Las ideas deben ser la encarnación intelectual de nuestra vida. Si la palabra no causa aquello que menciona, entonces es que somos unos hipócritas. Ya lo dice la Biblia: «Toda palabra es un sacramento»

—Somos muy poca cosa.

R Panikkar: —Cada uno de nosotros somos únicos, y encontrar la unicidad de cada cosa y de cada persona es la sabiduría. Y si cada uno es único, no es miembro de una serie: católico, rubio, blanco. director general, obrero…

—Los roles nos dan seguridad.

R Panikkar: —Pero no nos dan alegría. Yo prefiero estar alegre y ser libre.

—Si busco la alegría no la encontraré.

R Panikkar: —¿Sabe por qué? Porque la alegría, como la vida, es una gracia, un don. Nos viene dado. Debemos arriesgarnos a vivir, a lo desconocido, a lo vulnerable y, en consecuencia lo bello. «Hago nuevas todas las cosas en cada instante», dice la tradición budista.

—Hay que huir de la rutina.

R. P. —Sí. Hay que recordar que cada instante es irrepetible. La felicidad es una gracia que se nos otorga. por eso yo llamo religiosidad a la alegría de vivir. Y la alegría es la plenitud.

—¿Somos dueños de nuestro destino?

R Panikkar: —Somos coautores. Hay un factor que depende de cada uno de nosotros, y es el de hacer de nosotros una obra de arte.

—¿A fuerza de voluntad?

R Panikkar: —No. esa es una de las fijaciones de Occidente.
Nos hacemos a fuer de aceptar, de fecundar. Es una actitud, no una voluntad. Hay que tener los ojos abiertos y hacer las cosas porque quieres. no porque debes

—Porque me da la gana.

R. P. —Si no es un capricho, sí. Hay que distinguir entre aspiración y deseo. El deseo es lo externo, lo que nos hace sentirnos frustrados cuando no lo conseguimos. La aspiración es hacer aquello para lo que me siento inspirado, seguir el latido de la vida.

—La mayoría trabaja por dinero.

R. P. —Pues eso es ser un esclavo. Por eso no son felices, el trabajo es antinatura.

—Pero tenerlo nos reconforta.

R. P. —Ese es el gran desafio del milenio: una mutación espiritual. Si no, vamos al desastre. Todos lo sabemos, todos nos preguntamos: ¿qué sentido tiene mi vida?

—¿No faltan respuestas?

R. P. —No, nos falta coraje. No podernos vivir sin amor y sin conocimiento. El conocimiento, sin amor, engendra odio, y el amor, sin conocimiento, sentimentalismo. Pero, aun así, los hemos divorciado.

—¿Debemos volver a unirlos?

R. P. —Si. Conocimiento y amor es el dinamismo principal del ser humano. No busques más y ábrete. Con sentido crítico, pero ábrete. Escucha y danza al ritmo de la vida. Saboréala.
Mi consecuente pregunta es: ¿y cómo demonios se consigue hacer esto? ¿cómo desarrollo yo esa manera de actuar? Esto debe de ser sabiduría…

Por otro lado, en contestación a la pregunta de cómo vivir espiritualmente en una sociedad materialista cabe otra respuesta basada en los evangelios, concretamente, Mateo 6, 19-24. Éstos dicen así:

“No atesoréis en la tierra, donde la polilla y el orín corroen y donde los ladrones socavan y roban. Atesorad, más bien, en el cielo, donde ni la polilla ni el orín corroen, ni los ladrones socavan ni roban; porque donde está tu tesoro, allí está también tu corazón.

La lámpara de tu cuerpo son los ojos; si tus ojos están sanos, todo tu cuerpo estará iluminado; pero si están enfermos, todo tu cuerpo estará oscuro. Y si la luz que hay en ti está apagada, ¡cuanta será la oscuridad! Nadie puede servir a dos amos, porque odiará a uno y amará a otro, o bien depreciará a uno y se apegará al otro. No podéis servir a Dios y al dinero”.

Uno tiene que elegir entre el dinero o la espiritualidad y la vida interior. Parece que Raimon a elegido la segunda alternativa. De hecho lo dice en su libro. Pudiendo acceder a altos puestos empresariales, políticos, etc., renunció a ellos como lo hizo el empresario del caso que luego comento.

Raimon nos habló de una tercera dimensión de la existencia a lo largo de toda la conversación, pero sólo hasta el final le preguntamos qué quería decir con una tercera dimensión de la existencia. La primera es la dimensión de lo racional, la segunda, la dimensión de lo sensorial (la de los sentidos, lo que percibimos por ellos), y la tercera dimensión, es la interrelación existente entre todo lo que existe. Las relaciones entre lo cognitivo y lo empírico. Ésta está en entender las relaciones, gracias al pensamiento y a la capacidad de percepción. Es la dimensión mística o espiritual. En su libro Invitación a la sabiduría (citado en la bibliografía, páginas 88-91) describe esa tercera dimensión:

La mística: Si el primer centro engloba lo moral, el segundo lo psicológico y el tercero lo óntico, debemos hablar ahora de lo místico. Hay que ser prudente con el término «misticismo», ya que existe el peligro, como en un juego de palabras inglés, de que comience con mist (niebla) y termine con schism (escisión). Las cosas más sublimes y refinadas del mundo son aquellas que pueden corromperse más fácilmente. El auténtico misticismo, en cambio, pertenece a la armonía del no-saber, a la paz interior y a aquella permanente alegría que tan fácilmente puede convertirse en cinismo, indiferencia o inhumanidad.

¿Qué significa la palabra «mística»? Podemos utilizar la analogía del «tercer ojo». En la tradición griega se afirma, desde Platón, que la realidad puede conocerse a partir de lo empírico, es decir, a través de los cinco sentidos: vista, tacto, gusto, olfato y oído. La aisthesis —es decir, la percepción sensible— es una característica humana indispensable para toda práctica espiritual. Prescindir de ella puede traer graves consecuencias. La sensibilidad no es solamente humana, sino una parte constitutiva de la realidad. En ella reside la belleza. Kosmos significa al mismo tiempo ornamento y mundo. Según la tradición grecoortodoxa del cristianismo, especialmente vinculada a aquella filosofía precristiana, el primer atributo de Dios es la belleza. Si alguien pierde la capacidad sensorial, está perdido.

Pero la sensibilidad ha de estar compenetrada —no sólo complementada—con el intelecto, con el nous, con lo espiritual, con el pensamiento, con nuestra consciencia intelectual. Cuando se da esta compenetración, podemos desarrollar nuestra sensibilidad, nuestra voluntad y nuestro pensamiento. El hombre es un ser simiente, pero también un ser racional. No podemos menospreciar la dimensión intelectual de la persona; la razón tiene sus derechos, discutirlos sería suicida.

No obstante, algunas culturas han reducido la imagen del hombre y el concepto de realidad a dos dimensiones. Este es el peligro inherente a toda civilización tecnocrática. Gente de todas las épocas, incluso de aquellas culturas con un modelo de pensamiento dual, nos recuerdan la existencia de un tercer ojo que nos abre a una tercera dimensión de la realidad. Siguiendo a Platón, podríamos llamar a la primera dimensión ta aistheta; a la segunda, ta noeta. y a.

La tercera, ta mystika: lo místico. Tenemos un tercer «órgano», que, al igual que los demás, nos conecta con la realidad. La dimensión material y espaciotemporal de la realidad corresponde a los sentidos. La dimensión intelectual de la realidad, tan real como la física, corresponde al intelecto, al nous. Al decir, por ejemplo, «justicia» o «verdad» expresamos también una fuerza física, ligada a los sentidos, que crea la realidad. Pero existe también esta tercera y complementaria posibilidad de percepción de una dimensión de la realidad, de otro modo invisible. Es lo místico, lo indecible, lo inefable, aquello que, si necesitamos denominarlo de algún modo, llamamos «nada» o «la nada».

La relación de esta tercera dimensión con la segunda es análoga a la relación entre ésta y la primera. El hombre no puede tener una percepción sensible que no esté de algún modo relacionada con lo intelectual o la consciencia. De la misma manera no se puede tener ninguna percepción intelectual sin que al mismo tiempo se haga presente la tercera dimensión, haciéndonos sentir que en la dimensión intelectual «hay más» de lo que nuestra razón puede captar. Con el intelecto, el ser humano intuye que la realidad, en todas «sus formas, tiene una profundidad insondable. De la misma manera advierte que esta realidad podría ser distinta. Infinitud y libertad son dos experiencias humanas primordiales que presuponen la razón, pero que al mismo tiempo la trascienden.

Nuestros tres «órganos», puertas de percepción de la realidad, están indivisiblemente unidos. Cuando pienso, mi cerebro está implicado. Cuando siento, está implicada mi conciencia intelectual. También el tercer ojo está siempre presente. La realidad no se deja reducir a dos dimensiones. La función del tercer órgano es profundizar en los otros dos; penetrable. La mística se ha desprestigiado, y con razón, cuando se ha querido hacer de ella una especialidad separada de las demás dimensiones de la vida.

“Debemos intentar capturar la belleza de lo que nos rodea sin esperar nada de ella. Observar una cara bella sin intentar poseerla. Estar alegre por la simple contemplación de la belleza”.

Nota personal, esta manera de contemplar nuestro derredor me recuerda al Budismo Zen o al Taoísmo. En el libro de Alan Watts, Taoísmo (3), éste, nos insta a observar lo que sucede a nuestro alrededor adoptando una actitud en la que debemos simplemente permanecer allí, sin juzgar ni positiva ni negativamente, simplemente formamos parte de las circunstancias, del Universo. Sería como restar en una estado meditativo en el que no perseguimos ningún objetivo, simplemente estamos, existimos, pero nada más.

Watts nos dice: “Escuchen el mundo real que se encuentra detrás de las palabras, una escucha que les permitirá adentrarse en el mundo real en el que no existen distinciones, porque todas las distinciones son creadas por el pensamiento. Tampoco existe, por así decirlo, ninguna identidad. El universo es simplemente tal como es. Cuando miramos sin nombrar, es decir cuando dejamos de decir “esto es una cabeza, eso una cara, esto es el cabello y eso es una mano” el mundo empieza a convertirse en un lugar muy diferente porque, en el mismo momento en que decimos “esto es una mano”, estamos dejando de ver la mano. Pero si miramos realmente una mano y no pensamos en ello, se convierte en algo milagroso. No obstante, no podemos forzarnos a no pensar, no podemos echar los pensamientos de nuestra mente.

Ahora bien, podrían preguntarme: “¿Cómo es posible aprender a escuchar así? Porque yo pienso de manera compulsiva y no puedo dejar de hacerlo”. No empiecen, por tanto tratando de despojarse de sus pensamientos. Eso, según los taoístas, sería como “tocar el tambor mientras se persigue a un fugitivo”. Del mismo modo, si tratamos de dejar de pensar, acabamos pensando en dejar de pensar, lo cual genera una gran confusión. Lo que hay que hacer es dejar que la mente piense lo que quiera pero, en lugar de prestar atención al significado de las palabras que conforman los pensamientos, hay que tornarse consciente del sonido de las palabras. Escúchenlo todo como una mera sucesión de sonidos (A.Watts).

Así, la belleza, la observamos sin generar ningún tipo de pensamiento al respecto.

Una de las preguntas a raíz de la conversación fue ¿Cómo cambiar el sistema?, ¿cómo cambiar las cosas y la situación actual?

Su respuesta fue RENUNCIANDO.

Tras unos meses de reflexión sobre esta respuesta uno empieza a entender o por lo menos a ver las dificultades que se nos presentan que no son pocas, pero que es posible. Nos dijo que hay que saber renunciar para ser LIBRE. Nos puso dos ejemplos reales. Uno de ellos el de un empresario al cual se le ofrecía un puesto directivo con una remuneración de alrededor de 120 millones de pesetas, pero a cambio tenía que renunciar a su vida privada por la dedicación que requería el puesto.

El hecho es que tras reflexionar la oferta, renunció a ella quedando así en el paro (ciclo vital). De todas formas cabe decir que a alguien que se le ofrece tal cantidad no le será difícil encontrar otra oferta.

Desde luego esta anécdota está muy resumida, carente de mucha información y de factores implicados, de todas formas, permite pensar, ¿qué prioridades tenemos en la vida?, ¿qué es lo más y menos importante para nosotros?. Analizar qué ganamos y qué perdemos en cada decisión que tomemos que implique cambios sustanciales en nuestras vidas. Pensar a largo plazo, no a corto, porque de lo contrario nos volvemos miopes y podemos entrar en una dinámica que nos aporte más sufrimiento que no satisfacción, no digo felicidad porque este término es muy abstracto, no se concreta en nada, no me gusta. Prefiero, satisfacción, que a mi entender tiene que ver más con la plenitud, sentirse realizado, orgulloso de uno mismo, sereno, pacífico…

Renunciar a comprarnos el último modelo de teléfono móvil, a cambiar de coche, por ejemplo, renunciar a comprar sin no existe una verdadera necesidad. En términos económicos, habría que invertir más que gastar. La sociedad actual nos induce y lo hace bien, para esto está el marketing (que identifica las necesidad o incluso las crea, más esta última opción que la primera) a comprar cosas que en el fondo no nos hacen ninguna falta. Renunciando a un mayor consumo para ganar en libertad y en salud (no tener ansiedad por comprar, por ganar más dinero para poder comprar). Dice un proverbio chino, “quien con menos se contenta más contento está”.

Tal vez deberíamos replantar nuestro estilo de vida actual, reflexionar sobre la tendencia que sigue está sociedad, que sin duda nos reporta mayor calidad de vida material, salud física, mayor oferta de productos y servicios de los cuales podemos beneficiarnos a un precio mucho más bajo que hace varias décadas, pero creo que hay una serie de preguntas a la cuales deberíamos responder francamente, ¿viviendo en las condiciones de vida que nos ofrece esta sociedad, estamos realmente satisfechos con nosotros mismos, vivimos en paz con nuestro interior, tiene nuestra vida algún sentido más allá del que hacer cotidiano?¿somos capaces de perdonar (como nos decía Maria), de escuchar cuando mantenemos aparentemente una conversación?

Su cara se puso seria, tensa; frunció el ceño y guardó silencio varios segundos… tras una breve pausa comentó fijando la vista en la mesa, “el mundo actual está peor que nunca”. 1500 personas mueren al día por causa de guerra, 500 personas son mutiladas por las minas cada día.

Le pregunté a Raimon, ¿cómo leer un libro, cómo deberíamos leer un libro? En principio leer en griego significa entender, así que si no entendemos no estamos leyendo. Los antiguos griegos como Aristóteles o Platón no sabían leer. Estaban los llamados lectores que les leían en voz alta para ellos. Deberíamos leer en voz alta.

El conocimiento de los libros debe ser digerido, y para ello se necesita de tiempo para que éstos se asienten y se entiendan. Cuando entendemos algo y lo asimilamos queda en nosotros para toda la vida. No debemos memorizar, porque para eso ya existen las bibliotecas que guardan toda la información. No deberíamos leer para aglutinar información sino para aprender. Si concentras todo tu ser en una lectura, lees en voz alta, haces un ejercicio de síntesis y condensas el mensaje, lo haces tuyo y lo aplicas. Si se hace todo eso, es muy difícil olvidarlo, sobretodo si lo haces tuyo. Este es el proceso de aprender.

No se trata de adquirir toda la información posible, sino profundizar y aplicar… no debemos acabar todos los libros, si no nos gusta, pues lo dejamos, tal vez no sea el momento de seguir leyendo. Todo lleva su esfuerzo y su momento en el tiempo.

La sociedad actual es sumamente SUPERFICIAL, carece de toda coquetería interior. Ya no existe ese interés por aprender, por cultivarse uno mismo, por hacer una obra de are de uno mismo. Hemos perdido esa femenidad que todos llevamos dentro, esa coquetería interna. El culto a la persona y al interior se ha perdido. Uno debería HACER UNA OBRA DE ARTE DE CADA UNO. Sócrates nos insta con este aforismo “La vida examinada es la única que merece ser vivida” Pero este cultivo interior no puede venir de la voluntad, no puede suponer un esfuerzo muy duradero porque entonces fracasaremos en el intento. Esa energía tiene que venir del propio interior, tiene que ser como el amor de madre/hija, ese amor no es voluntad es algo más. Pues ese interés por aprender, cultivarse tiene que ser el mismo tipo de sentimiento y energía.

En la línea del desarrollo personal y el aprendizaje hizo un símil entre el crecimiento de una planta y el del ser humano. Así, dijo: Para que las plantas crezcan es necesario que tengan tierra, que se les riegue con agua, pero tampoco con mucha. Todas las plantas crecen en direcciones distintas, sus raíces se expanden por distintos caminos y todas crecen a ritmos diferentes, más rápidos o más lentos, pero todas al final se desarrollan.

Cada ser humano tiene un ritmo de crecimiento diferente y hay que respetarlo porque al igual que no podemos estirar a una planta para que ésta crezca más rápido, no podemos forzar el desarrollo de una persona para que aprenda más rápido porque al igual que una planta sin más se rompería por la tensión, al ser humano le sucedería lo mismo. Tanto la planta como la persona tienen una resistencia y cuando se franquea ese límite se rompe. Pero eso sí, no hay que olvidarse de regar continuamente para absorber los minerales del agua y el agua en sí. Recuerdo que le pregunté, sí, pero, y, ¿con qué tipo de agua hay que regar a la planta? Mi me memoria no alcanza a recordar la respuesta.

Cada Ser tiene un ciclo vital, una evolución que viene dada por la naturaleza y que por lo tanto es preciso respetar. El ciclo vicioso se rompe con el ciclo vital.

Ya al final nos comentó que no hay que tener miedo a vivir, incluso si es necesario hacer un giro de 180° se hace. Panikkar nos comentó que él empezó de cero en tres ocasiones. ¿Cuáles? Pues no lo sabemos, pero son intuíbles por su bibliografía.

Trabajo en griego: TRIPALIUM, significa instrumento de tortura. Es más correcto la palabra FAENA porque significa CREAR.

La fragilidad se evita si la base es sólida. Si una persona se cultiva interiormente, se fortalece y desarrolla herramientas para hacer frente a las situaciones difíciles será mucho más fácil mantenerse en pie.

Existe una especie de bucle entre el conocimiento de los demás y el autoconocimiento. Si yo conozco a los demás me conozco más a mi mismo y a la inversa, si me conozco bien a mi mismo podré conocer mejor a los demás porque en el fondo somos seres humanos iguales, con sentimientos y limitaciones.

Deberías meditar un rato cada día, pero no meditar en sentido de sentarse y contemplar, sino entendida como reflexión. Es necesario restar cada día un rato en silencio con nosotros mismos para reflexionar, para sentir la soledad y conocernos más a nosotros mismos. Estar atentos a lo que sucede en vuestro interior.

Cualquier camino dentro de las grandes religiones es válido. La Iglesia, por nuestra formación es un camino que nos es más fácil, por ello podríais utilízala para profundizar, no quita que sea criticable, pero tenemos un referente intachable: Cristo Vale la pena profundizar en la imagen de Cristo porque es un buen reflejo de los hombres. La religión es algo más que la moral. Resurrección es Alegría. El 7º pecado capital es la pereza. Deberíamos saber perdonar.

Nosotros somos responsables en un 75% de nosotros mismos. El otro 25% se debe a la genética, al karma o llamémoslo como queramos. Por lo tanto, somos responsables de nosotros mismos, las decisiones no son difíciles. Somos responsables de la mayor parte de nuestros actos y decisiones. Sólo nosotros podemos hacer una obra de arte de nosotros mismos. Deberíamos intentar no adoptar caretas en función de la situación y la gente con la que estemos. Deberíamos ser como somos ante cualquier situación y evitar ponernos una careta para falsear quienes somos. no deberíamos asumir roles. El tema del yo y el ego. Nos habló de las caretas de los Papas del Vaticano y sus diferencias.

Cuando se habla de reencarnación y se dice que uno se ha reencarnado, no es la persona que se reencarna en otro ser. El concepto de reencarnación está muy asociado con el individualismo. No somos nosotros los que nos reencarnamos. La sociedad occidental es muy individualista y ha asociado reencarnación con él mismo.

Raimon al final de la charla nos estuvo hablando de lo que llegan a manipular los países y los medios de comunicación la información y las verdades. No preguntó si conocíamos una isla llamada Juan García en el océano Índico. La verdad es que no. Pues es un pequeño archipiélago. Una isla en donde Inglaterra se ha establecido en ella echando a los isleños y llevándolos a Mauricio prometiéndoles el oro y el moro para establecer allí una base militar. Nos recomendó un libro sobre la manipulación de la información de Noam Chomsky. Raimon conoce personalmente y es muy amigo de él. El libro se llama: Actos de agresión. Ed. Crítica.

Tras dos horas más o menos de charla con él miramos el reloj y le dijimos que no queríamos quitarle más tiempo, que ya nos íbamos. Era muy de noche y hacía frío. Nos volvimos a poner los abrigos, quienes nos lo habíamos quitado y nos preparamos para partir. Le pedimos si podíamos hacernos una foto con él, a lo cual accedió encantado. Nos cogía de los brazos con una fuerza que nunca se hubiese dicho de una persona de 82 años.

¡Se nos olvidaba el regalo! La cesta que habíamos comprado en Vic. Tanto hablar y la cesta se quedaba olvidada debajo de la mesa. Así, le dimos la cesta y todo emocionado y agradecido nos dijo: “Que bien, con lo que me gustan los dulces”.

La despedida fue muy emocionante porque a parte de que su sonrisa transmite una energía y serenidad indescriptible, es muy efusivo y cariñoso. Cuando salíamos por la puerta de su biblioteca, la misma puerta por donde habíamos entrado dos horas antes nos dijo: “Abrid bien los ojos. Estar atentos a lo que sucede a vuestro alrededor y reuniros siempre que podáis. Es importante. Adiós. Muchas gracias”.

La vuelta
Salimos de la casa totalmente a oscuras. Estaba todo absolutamente negro. Nos cogimos unos a otros para no caernos porque no veíamos el suelo. Bajamos el camino hasta el pueblo diciéndonos: “qué suerte que hemos tenido de poder estar con él…”, “ya no lo volveremos a ver nunca más…” Una sensación de satisfacción, de privilegiados, de haber podido charlar durante más de una hora con una gran eminencia mundial. Increíble.

Cogimos el coche y volvimos a Barcelona. Durante la vuelta estuvimos hablando sobre todo lo que nos había dicho, nuestras emociones, impresiones y propósitos para el año siguiente. La página web (ésta, Humanidad) por ejemplo. Llegamos a Barcelona y fuimos a cenar al restaurante que está al lado del hotel Balmoral en Gran Vía con Diagonal. Intentamos recordar todo lo dicho y yo fui apuntando en mi libreta lo que iba surgiendo.

Hoy día 3 de septiembre de 2001 acabo este documento tras casi 10 meses desde la visita. 10 meses trabajando intermitentemente sobre este texto. Creo que ha dejado en mí un poso considerable que permanecerá a lo largo de mi vida aún a pesar de que estas actividades, la página web, este escrito desaparezcan, porque seguro que algún día desaparecerán, al igual que yo.

Bibliografía:

Artículo publicado en La Vanguardia el día 28 de Abril del 2000 en la sección de Libros. Titulo: Panikkar reencuentra a Pániker.

Libro: Invitación a la sabiduría. Ed. Espasa bolsillo. Publicación de 1998.

Libro: Taoísmo. Alan Watts. Ed. Kairós. Noviembre 1999 Barcelona.

Visita en su casa en Tavertet: Can Felo E-08511 Cataluña.

Notas:

1. Libro: Invitación a la Sabiduría.

2. El I Ching, considerado como el más antiguo de los textos clásicos chinos, es un comentario de sesenta y cuatro hexagramas, cada uno de los cuales está compuesto de seis líneas, positivas o negativas y consistente, por tanto, en dos de los ocho posibles trigramas. Los ocho trigramas representan los principios viales básicos del cielo y de la tierra, del fuego y el agua, de la montaña y el lago y del relámpago y el viento.

Como ocurre con el caso de los dados, son varios los métodos utilizados para seleccionar un trigrama al azar, como respuesta a una pregunta concreta o para determinar el carácter general de la pauta global de eventos característicos del aquí y del ahora, en la creencia de que el azar concordará necesariamente con él. El I Ching se apoya en una filosofía de la naturaleza basada en la visión polar del universo, un sistema “eléctrico” en el que todo se manifiesta a través de dos polos, el yang (positivo) y el yin (negativo).

3. Taoísmo. Alan Watts. Ed. Kairós. Noviembre 1999 Barcelona.

Fuente: LA VANGUARDIA