La espiritualidad alarga la vida

Porque refuerza el sistema inmunitario…. Las personas espirituales parecen también tener mejor funcionamiento del sistema inmune, según un estudio del año 1997 publicado en el Journal of Psychiatry in Medicine. Los investigadores compararon las células inmunes de quienes iban a la Iglesia con regularidad con las de aquellas personas que no asistían y encontraron que las personas no religiosas tenían el doble de probabilidades de tener niveles elevados de interleukina-6, una proteína inmune asociada con un amplio rango de disfunciónes relacionadas con la edad.

Sólo se trata de eso, amar, amar y amar, reconocer que cuando amamos, se abren las compuertas de la percepción, y las maravillas de una energía sabia, actúa ese beneficio en nosotros. Todos los grandes seres dicen “Cada vez más Tú, cada vez menos Yo”, por TU entendemos esa gracia superior que hace que la creación surja y se expanda, y por YO, el mero ego, limitado, identificado con un cuerpo, lleno de deseos, expectativas, juicios y recuerdos, que hace que nuestra vida, sea chata y epidérmica, necesitada de afecto, por la incapacidad de ver que todo aquello que reclamamos ya es nuestro, y estuvo siempre en nuestro interior y es la sustancia y esencia de lo que somos.
Cuando no amamos, y somos mendigos de amores ajenos, hay carencia, sufrimiento, anhelo, frustración, la eterna víctima, a la que el mundo finalmente nunca puede satisfacer, porque no está en nuestra naturaleza ser satisfechos por el mundo, sino por nuestra verdad.

Hay muchos mensajes que pueden leer en las páginas de internet, sobre cómo retomar el control de tu vida, cómo recuperar tu divinidad, cómo dejar de buscar felicidades pequeñas, periféricas, y saber que siempre eres feliz si dejas de creer lo que el mundo tiene para negociar e imponer.

Esos son los pasos continuos de la salida de la ignorancia y la entrada en el conocimiento. Claro que simples de entender, pero difíciles de poner en práctica, según la información recurrente, que arrastramos desde la crianza, que impidió saber quiénes somos y nos hizo creer durante un tiempo que éramos otra cosa, tan menor, tan chiquita, al lado de la grandeza y belleza de nuestro Ser de Luz.

Afortunadamente y con mucha alegría, ahora podemos reírnos de esa etapa, agradecerla, como parte perfecta de nuestra experiencia y crecimiento, y pasamos a recordar la capacidad creadora, la fuente que hay en nosotros y que marca nuestro inevitable rumbo hacia la dicha. ¿Para qué frenarlo? ¿Por qué no acelerarlo? ¿Cuándo? Ya mismo. Todo cambio es ya mismo. Soñar con un futuro de pajaritos de colores, delirios místicos, y dioses de nombres y formas, es no querer asumir la responsabilidad de ser felices ya mismo.