TEORÍA DE FLOW
TEORÍA DE FLOW

LA TEORÍA DE FLOW

¿Sabes que es la teoría del flow? Cuántas veces no hemos escuchado decir “déjalo fluir” cuando nos vemos estancados en alguna situación. ¿A qué se refiere exactamente? Si empleáramos una metáfora para entender este pensamiento, diríamos tal vez que nos encontramos en un río, a contracorriente y aferrados a una roca. El agua nos pega directamente en la cara y permanecemos inmóviles sin poder hacer nada. Si en cambio, soltáramos la roca, nos llevaría la corriente, “fluiríamos”. El problema viene cuando tenemos que traducir esta alegoría a la vida real, ya que no tenemos un instructivo para aprender a fluir y ni siquiera podríamos entender cómo materializar esas acciones en la vida real. Eso es la teoría del flow.

Este principio lo abordó Séneca en el diálogo que escribió a su hermano mayor Galión, “De la Felicidad”. En él, Séneca establece que una persona debe emplear su facultad de razonamiento para vivir en armonía con la naturaleza, y de esta manera alcanzar la felicidad. Tal pensamiento lo retomaría más tarde el psicólogo Mihály Csíkszentmihályi con la teoría del Flujo, que sugiere es el estado mental operativo en el que una persona está totalmente inmersa en la actividad que está llevando a cabo. Se trata de enfocar la energía en la tarea para poder ejecutarla con éxito.

Mihály explica que para poder tener una experiencia de flujo, es necesario tomar en cuenta diferentes componentes como establecer objetivos claros para que sean alcanzables y no rebasen expectativas inciertas; un alto grado de concentración y enfoque, para dedicarnos exclusivamente a esa tarea; una retroalimentación inmediata y directa, para poder ajustar comportamientos de ser necesario; el equilibrio entre la dificultad de la tarea y la habilidad para realizarla y el hecho de que la actividad que estemos realizando sea gratificante y no forzada; es menester disfrutar lo que se hace para obtener el resultado deseado.

En síntesis, la teoría del flujo se puede describir como el estado en que la atención, la motivación y la situación se encuentran, resultando en una especie de armonía productiva. No debe confundirse este concepto con el término anglosajón “go with the flow”, pues en este caso implica cierto desdén y conformismo, mientras que el flujo sugiere una entrega total a la actividad que estemos realizando, siendo ésta en un principio la vida misma, pues vivir es una acción inevitable.

Las actividades más placenteras se realizan casi sin esfuerzo: este flujo es lo que tienen en común.

De la felicidad (De vita beata) es un diálogo escrito por Séneca, alrededor del 58 d.C., dirigido a su hermano, Novato, donde establece los preceptos morales que según él conducirán a una vida feliz. Allí encontramos un prototipo teórico de lo que Mihály Csíkszentmihályi (1934) llamará la teoría del flow, dada la similitud de sus planteamientos con los del psicólogo contemporáneo: integrarse al flujo natural de las cosas, vivir en armonía con la naturaleza, entrar en la corriente íntegra de la vida.

Para el croata afincado en California, donde inició sus investigaciones a mediados de los 70, el flujo es un estado mental operativo en donde la persona que ejecuta una actividad está completamente inmersa en ella. Sus primeros estudios fueron realizados con músicos, artistas y atletas que experimentaban en el momento más álgido de su práctica algo muy parecido al éxtasis. Por definición, el éxtasis es estar o entrar en otro lugar, en otra dimensión. Entonces, la composición de una canción magistral, la culminación de un poema o un libro extraordinario, las hazañas deportivas de Michael Jordan, están asociadas a un término que aparece en casi todas las entrevistas que Csíkszentmihályi hizo: el flujo. La cosa fluye, sale, casi sin esfuerzos, es algo natural, inevitable, it flows.

Para gran parte de la población occidental el concepto está integrado de manera coloquial: “que fluya”, “fluye”, “déjalo fluir”, etc. Es cierto que muchas veces, sobre todo por el abuso de la idea, se dice como sarcasmo, rayando en el desdén. También es cierto que es algo muy gringo (viene de la expresión anglosajona go with the flow), y bien puede pasar como una idea publicitaria. Sin embargo, los planteamientos de este psicólogo no dejan de tener cierto rigor investigativo. Una “experiencia de flujo” presupone, como primer componente, tener los objetivos claros, tal cual propuso Séneca. Esta es la base, plantearse objetivos. La concentración y el enfoque de las energías volcadas a cumplir esos objetivos; también, durante el curso de la actividad, buscar la retroalimentación, lo que implica una reflexión más crítica con la acción y cierta distancia objetiva, para así ajustar las fallas en el desarrollo.

También generar un equilibro entre el nivel de habilidad y el desafío, es decir, si alguien se propone ser astronauta a fin de año y su vida no ha sido en lo más mínimo atlética, o si alguien se quiere “convertir” en poeta como quien se convierte a una religión, es prácticamente imposible fluir en el continuo de sus objetivos. Y por último, la actividad tiene que ser intrínsecamente placentera, no puede estar forzada. Quizá esto sea lo más esencial: disfrutar lo que se hace y hacerlo con el objetivo de disfrutar.

La teoría del flow implica ese entregarse a la actividad, pero, ¿cuál actividad? Vivir. Vivir es una acción inevitable. Quien escribe o dibuja, quien practica algún deporte hasta hacerlo profesión, quien hace descubrimientos, etc., todos están viviendo, y a su manera, tratan de integrarse a la corriente de la vida, de ceñirse al orden natural, de fluir.