Desde la antigüedad, la sociedad taoísta, consideraba el sexo como una parte natural y necesaria de la vida, sin otorgarle los juicios morales atribuidos en Occidente.

Para la filosofía taoísta, el sexo es una más de las expresiones del intercambio entre esas dos energías de la naturaleza opuestas y complementarias que son el Yin y el Yang. La teoría del Yin-Yang nos da una perspectiva del universo en la que cualquier cosa, situación o emoción no puede existir sin su opuesto, y que estas dos cualidades de la energía se transforman la una en la otra de manera cíclica y natural.

Según explica Xiaolan Zhao en su libro Medicina Tradicional China para la Mujer (2006), “los antiguos taoístas describían la relación sexual metafóricamente como yun-yu o «nubes y lluvia».” Las nubes hacían referencia a las secreciones femeninas y la lluvia a la emisión de semen masculino. En la terminología clásica, la vagina es llamada “el camino de jade” y el pene “el tallo de jade”.

Durante las relaciones sexuales se intercambian fluidos, se sincroniza la respiración, así ni Yin ni Yangdominan uno sobre el otro, se establece una relación de equilibrio.

La energía del Yang (activa, caliente, breve) se equilibra con el Yin (fresco y lento). En la relación sexual la parte masculina aporta Yang que activa al Yin femenino, y el Yin de la mujer nutre al Yang masculino. Podemos decir que es un acto en el que agua y fuego se armonizan y fortalecen al ser humano.

El concepto de Jing y la frecuencia de actividad sexual

Otra de las teorías fundamentales de la MTC es la Teoría de los Tres Tesoros, que establece que hay 3 estados de condensación de la energía: Shen (el aspecto más sutil, mente y emociones), Qi (la energía que nos mueve) y Jing (la materia).

El Jing o Esencia es la base material de la vida y aporta la energía fundamental, la herencia y la fuerza vital en el caso de la formación de un nuevo ser, define cómo somos y cómo nos desarrollaremos a lo largo de la vida. Es un tesoro que es necesario cuidar y conservar a lo largo de la vida.

Podemos decir que cada persona nace con un capital de Jing y durante el transcurso de la vida ese capital va disminuyendo de forma natural. Sin embargo, el estilo de vida y el uso que demos a esa energía determinará si el Jing se agota antes o después. El agotamiento de Jing se refleja en los signos de envejecimiento (canas, debilidad ósea y de los dientes, trastornos en el área reproductiva, entre otros).

Las secreciones sexuales (y especialmente las células reproductivas –espermatozoides y óvulos–) son consideradas la materialización del Jing o Esencia. A través de la eyaculación, el hombre “pierde” Jing. En cambio la mujer retiene su Esencia al mantener las secreciones asociadas al acto sexual dentro de su cuerpo (para las mujeres la pérdida de Jing está relacionada con la menstruación y no directamente con la actividad sexual).

Así como una actividad sexual regular fortalece a ambas partes de la pareja (aportando Yin al hombre y Yang a la mujer y activando la circulación de Qi), una actividad sexual excesiva –entendiéndose en los hombres como eyaculación–, puede desgastar el Jing.

Para la MTC el exceso de actividad sexual es una de las causas de enfermedad y es frecuente que en muchos problemas sexuales, como la impotencia, la eyaculación precoz y la infertilidad, haya que hacer un ajuste en este sentido como parte del tratamiento.

La falta de relaciones sexuales, en el caso de que el deseo esté presente, también es considerada una causa etiológica o causa de enfermedad. Algunos médicos chinos contemplan la falta de sexo como una causa de estrés emocional. Cuando el deseo sexual está presente pero no es atendido, el Fuego Ministerial –esa energía primordial necesaria para “activar” los proceso metabólicos– puede volverse patológico, acumularse o provocar los síndromes de MTC conocidos como Calor en la Sangre (que puede manifestarse con menstruaciones muy abundantes, por ejemplo) y/o Estancamiento de Qi en el Jiao inferior –zona del cuerpo por debajo del ombligo– que provoca con frecuencia menstruaciones dolorosas, síndrome premenstrual acusado o enfermedad eréctil, entre otros trastornos.

Y entonces, ¿con qué frecuencia?

Cada persona es distinta y no se puede generalizar cuánto es una actividad sexual excesiva. Es algo que cada persona, según su condición física, energética y de edad, debe observar; además también deben tomarse en cuenta las estaciones, aumentando la actividad en verano (cuando el Yang está en su máximo) y disminuirla en invierno (cuando el Yang está en su mínimo).

El Su Nu Jing o “Clásico de la Muchacha Sencilla” (Dinastía Sui 581-618) –libro clásico de la MTC que trata sobre la vida sexual–, da algunas pautas a modo de referencia, sin embargo se considera un ritmo de actividad sexual cura aquel que no provoca molestias después de eyacular, tales como dolor o debilidad lumbar, mareo, así como si hay debilidad de rodillas, descenso de la libido, sensación de frío… Es caso de notar algunos de estos “signos de alerta” conviene reducir la frecuencia de la actividad sexual.

Edad Buena salud Salud media

15 2/día 1/día
20 2/día 1/día
30 1/día Cada 2 días
40 Cada 3 días Cada 4 días
50 Cada 5 días Cada 10 días
60 Cada 10 días Cada 20 días
70 Cada 30 días Ninguna