Los tres hábitos que cambiarán tu vida

Los hábitos son fundacionales: te proporcionarán la experiencia y energía suficiente para construir otro conjunto de comportamientos saludables en tu vida. Es tu campo de pruebas en materia de creación de hábitos. Los resultados que obtengas serán visibles en un tiempo razonable: los emocionales, inmediatamente; los físicos, en el medio y largo plazo.

Hacer ejercicio físico moderado todos los días
El ejercicio físico es uno de los pilares de la salud física. Es la base sobre la que se asienta la energía emocional, la mental y en última instancia la espiritual. En esencia, se trata de moverse, de aumentar el nivel de actividad diaria y evitar el sedentarismo. Andar todos los días un tiempo mínimo puede ser suficiente.

Las guías son:

Hazlo muy simple. No unas al ejercicio a una ropa especial, unas instalaciones especiales o un deporte concreto. Yo elijo el andar o el correr. Pero puede ser cualquier actividad que te ponga en movimiento: bailar, nadar, bicicleta, hacer juegos malabares. Y si es una combinación, todavía mejor. Para mí andar o correr es lo más simple porque el equipo es mínimo y lo puedo hacer en cualquier lugar a cualquier hora del día.

Ponte un mínimo: mi mínimo es 10.000 pasos. Estos pasos incluyen los que hago a lo largo de todo el día, no solo los que hago al correr o al pasear. Hay estudios que muestran que esos 10.000 pasos pueden ser una meta razonable de mantenimiento de la salud física. Son el equivalente a unos 8 kilómetros.

Puesto que lo que no se mide, no se controla, es importante monitorizar el nivel de actividad y escoger una métrica. Yo llevo siempre en el bolsillo un podómetro, que podéis adquirir por menos de 10 euros.

Dependiendo de tu nivel de partida puedes elegir una cifra inferior. Lo esencial es que sea una cifra que quieras y puedas mantener ocurra lo que ocurra en tu vida. Un mínimo innegociable.

Aprovecha tus actividades cotidianas para alcanzar ese mínimo: bájate dos paradas antes en el autobús, bájate en el ascensor en el sexto piso si vas al octavo, en tus descansos en el trabajo aprovecha para estirarte, hacer cortos paseos, etc.

Atención plena
El segundo hábito que te cambiará la vida es el de la plena presencia o la atención plena. Sobre esto hay cientos de millones de palabras escritas a lo largo de milenios.

Te permitirá pasar más tiempo en el presente, menos tiempo anticipando y menos tiempo lamentándote del pasado. Aumentarás la conciencia de tus estados mentales: pensamientos, emociones, impulsos. Desarrollarás un potente Yo observador. Estarás más conectado contigo y también con los demás.

Prefiero cultivar la atención plena a través de las mini-meditaciones en vez de la meditación formal tradicional: esta última proporciona una estructura ritualizada para el entrenamiento de la atención que cuesta transferir a la vida cotidiana.

Tu memoria de trabajo, estados de ánimo, bienestar, rendimiento intelectual, empatía, autoconciencia y capacidad de autorregulación se verán tremendamente beneficiados. Empezarás a conjugar el tiempo presente como el modo por defecto de tu existencia. Harás breves incursiones al pasado, para revisarlo, reflexionar y obtener enseñanzas; y al futuro, para planear, anticipar, y organizar tu vida.

 

Hazlo simple. Olvídate de técnicas esotéricas y escuelas milenarias o estructuras metafísicas complejas. Aunque tienen su valor y algunas son respetables, no son imprescindibles; en ocasiones, son contraproducentes, pues corres el riesgo de empantanarte en creencias morales, en teorías sobre la sociedad y el universo. El budismo no es más que una tradición de la meditación, y no podemos decir que la meditación sea budista más que lo que podemos decir que la ley de gravitación universal sea inglesa.

Empieza con acciones mínimas. Recomiendo la práctica de las mini-meditaciones. Unos segundos de plena presencia mientras haces una o dos respiraciones en cualquier momento del día. Saborear el primer bocado de cada comida o el andar por la calle durante unos segundos siendo consciente del balanceo de tus brazos. Esto es suficiente. Es muy sencillo, es fácil crear un hábito con estas pequeñas prácticas. Poco a poco se irán acumulando.

Aprovecha tus actividades cotidianas. Tu campo de práctica es tu vida, no el dojo, el monasterio o tu cojín de meditación Zen. Con el tiempo, de manera natural, la atención plena se irá expandiendo y te encontrarás más y más presente en tu propia vida: empezarás a estar en la ducha cuando estás en la ducha, en vez de en la primera reunión de la mañana; en la conversación, estarás al 100% en las palabras, la mente y las emociones de la otra persona, en vez de pendiente del móvil o de tus pensamientos sobre el fin de semana; en el trabajo, te enfocarás con concentración de láser en lo que estás haciendo en cada momento, entrarás en flujo, o en “la zona”, con mucha más asiduidad.

Hacer lo que determines hacer
Coraje es hacer lo correcto sin importar cómo te sientas.

El tercer hábito es el de hacer lo que has determinado que vas a hacer en el momento, el lugar y en el modo en el que has resuelto. Es la capacidad de prometerse a uno mismo y hacer honor a esas promesas. Este hábito te pondrá en el asiento de conductor de tu propia vida. Desarrollarás tu sentido de agencia. Serás capaz de planear y de comprometerte contigo mismo.

Paradójicamente, a muchos nos resulta más fácil hacer promesas a los demás y cumplirlas, que hacérnoslas a nosotros y cumplirlas. El compromiso con los demás, con la empresa, con tu equipo de trabajo, incluye un sistema de premios y recompensas casi inmediatos que no incluye el compromiso con uno mismo.

La capacidad de hacer promesas y de cumplirlas creará estructura en tu vida, te volverá previsible, y te permitirá hacer planes con más garantía de cumplimiento. Al menos habrás removido parte de la incertidumbre de la ejecución, sabrás que siempre puedes contar con tu yo futuro. Con el tiempo desarrollarás una reputación ante ti mismo y los demás de persona digna de confianza, cumplidora, y con la que se puede llegar a acuerdos y colaborar.

Muchos problemas de índole emocional, mental y social tienen que ver con la incapacidad para mantener nuestras determinaciones y autorregularnos. Entre ellos:

Las adiciones

La impulsividad

La procastinación

El fracaso académico

La dificultad de mantener la atención

El exceso de peso, los malos hábitos alimenticios

El hedonismo radical, que privilegia el presente sobre el futuro

La incapacidad de sostener el esfuerzo una vez iniciado un proyecto

El abandono de nuestras ilusiones y actividades y la volatilidad de nuestro comportamiento

La dificultad nunca o casi nunca está en la falta de conocimiento; si no lo tienes, lo puedes buscar; la verdadera dificultad está en saber lo que debes hacer, lo que es correcto, y no hacerlo.

La capacidad de hacer honor a las promesas personales es la marca que diferencia al hombre del niño.

Guías:

El concepto es tremendamente simple. Es un hábito sencillo de comprender, pero terriblemente difícil de lograr en la vida: ser una persona que hace lo que dice que va a hacer, sin importar como se siente en el momento en que hay que actuar.

Fortalece tu fuerza de voluntad gradualmente. Empieza con pequeñas cosas, creando hábitos sencillos; por ejemplo, sé puntual en todas tus citas. Jamás pongas excusas. Las acciones más importantes del día, comprométete con ellas en el mismo día. Y sobre todo, jamás te comprometas a aquello que no crees que quieras o puedas hacer. El hábito del ejercicio físico te habrá ayudado a tomar decisiones, determinar acciones graduales y de mínimos, monitorizar tus avances e instalar comportamientos saludables y eficaces.

Aprovecha tus actividades cotidianas. Una vez más, tu campo de entrenamiento es la vida. En cada día encontrarás decenas de oportunidades de practicar tu capacidad de autorregulación y de hacer lo que dices/te dices que vas a hacer.

Piensa en algo fastidioso que debes hacer y que llevas días difiriendo, decide una fecha, momento y lugar para hacerlo. Hazlo. No tiene que ser grandioso, tiene que ser algo que requiera algo de tu esfuerzo; por ejemplo, vacíar la bandeja de entrada de correo, hacer esa llamada incómoda, barrer la cocina o hacer la declaración de la renta.

La plena presencia, que habrás desarrollado como segundo hábito esencial, te ayudará a detectar estas oportunidades de entrenamiento de tu carácter y a ser plenamente consciente de tus emociones y resistencias a hacer lo que debes hacer y has determinado hacer.

Recapitulando
Los tres hábitos que cambiarán tu vida de arriba abajo son:

Ejercicio físico. Aumentar tu actividad física hasta un mínimo innegociable, todos los días. En mi caso, los 10.000 pasos.
Atención plena en tus actividades cotidianas. Aumentar poco a poco los periodos de intensa atención y conciencia.
La habilidad de hacer lo que debes hacer y has determinado hacer en el momento en que has de hacerlo sin importar cómo te sientas. Fortalecer tu capacidad de prometer y cumplir lo que prometes.