Las mini-meditaciones como alternativa, para fortalecer la plena presencia o la atención plena, consiste en no reservar ningún momento especial del día para practicar.
En su lugar, convertimos el día entero en nuestro campo de práctica.
Pero como es difícil o imposible recordar siempre la intención y sería agotador, aprovechamos momentos o instantes durante el día para practicar la atención consciente, sea a nuestra respiración, las emociones, pensamientos o sensaciones físicas.
Ejemplos:
Estás esperando el ascensor, y en vez de impacientarte y contar los segundos, respiras profundamente una o dos veces.
Te estás lavando las manos.
En vez de pasar velozmente por el trámite, te demoras unos segundos mientras sientes el frescor del agua sobre tu piel.
En la cola del supermercado, en vez de contar las personas que están por delante de ti y de maldecirte por haber elegido la caja más lenta, sientes el peso de tus pies sobre el suelo.
En la comida, tomas el primer bocado con actitud reverencial y te centras en las sensaciones táctiles que genera el trozo de pan o el arroz sobre tu lengua.
Notas la rugosidad, su ablandamiento, el roce y el paso por la garganta.
Las posibilidades para las mini-meditaciones son casi infinitas; en cualquier momento del día, podemos practicar estos instantes de conciencia, retomar el contacto con nuestro cuerpo y respiración, salir de nuestros pensamientos, inhibir el modo reactivo y retomar el equilibrio.
Las mini-meditaciones desperdigadas a lo largo del día son un enfoque complementario al de la meditación formal, no opuesto; no obstante, si tenemos que elegir entre uno y otro, quizá sea mucho más eficaz y natural el limitarnos a las mini-meditaciones en detrimento de las sesiones de meditación formales.
Meditación varias veces a la semana
Nancy