Mini-meditaciones para la vida cotidiana

Para fomentar la atención plena en la vida cotidiana, se recomienda instaurar un ritual de meditación formal. Te has de levantar por las mañanas, quizá muy temprano; hay quien se levanta a las 5 de la mañana o alguna hora obscena similar y medita durante una hora. Para generar el hábito, te comprometes contigo mismo a practicarlo todos los días hasta que resulte automático y se haya convertido en segunda naturaleza.

Otra estrategia alternativa es acudir una o varias veces por semana a un centro de meditación en grupo. La práctica de la meditación con espíritus afines en un espacio preparado especialmente, tranquilo, con imágenes de Buda, incienso y un director de meditación ayuda a la concentración. También añade un elemento de camaradería que ayuda a vencer la incomodidad de meditar cuando las ganas no acompañan. Y todos sabemos que tarde o temprano las ganas dejan de acompañarnos.

Los retiros de meditación son la exacerbación de la meditación formal: reservas unos días exclusivamente para la práctica espiritual en un entorno idílico, generalmente en el campo, y con personas muy afines embarcadas en la misma búsqueda que tú. Además, cuentas con maestros o guías que te ayudan, te aconsejan y organizan las actividades y los tiempos libres al milímetro para que la experiencia de desconexión con el mundo y la conexión con tu espíritu sea lo más profunda posible.