Las cosquillas son una reacción nerviosa que se presenta a nivel cutáneao y muscular, y responde a diferentes estímulos poniendo nuestro cuerpo alerta y tenso.

Si las cosquillas son prolongadas lo normal es que a ellas se sume una tremenda risa nerviosa y pequeños espasmos en zonas específicas del cuerpo. Esta reacción hace que liberemos enormes cantidades de endorfinas y es por eso que la percibimos como placentera; pero al mismo tiempo enciende respuestas de alarma y tensión en nuestro cerebro y por eso podemos sentirla como poco agradable.

Desde el punto de vista psicológico, se cree que el cosquilleo (el gesto de hacer y recibir cosquillas) es un modo primitivo de generar vínculos emocionales y placenteros entre padres e hijos. Esto quiere decir que las cosquillas
son una forma de expresar afecto y responden a una necesidad de construir intimidad entre dos o más personas. Pero también hay una teoría según la cual las cosquillas son una forma de dominación ejercida sobre todo entre niños.

Así, por ejemplo, un hermano mayor podría usar las cosquillas como forma de castigo sobre su hermano menor. Cuando un niño cosquillea a otro, experimenta una sensación de dominación. Ninguna de estas dos teorías excluye a la otra, de tal manera que las cosquillas, a nivel psicológico, pueden deberse a dos situaciones muy diferentes: la necesidad de generar un vínculo íntimo emocional o la necesidad de dominar.

Biológicamente, las cosquillas representan una ventaja evolutiva. Se ha propuesto una hipótesis científica que sugiere que el hecho de ser especialmente sensibles en algunas zonas del cuerpo, obliga a los individuos a estar alerta y desarrollar mecanismos de protección. Según esta hipótesis las cosquillas son una consecuencia evolutiva que cumple la función de mantenernos alerta y a salvo.

No todos sentimos cosquillas por las mismas razones ni con la misma intensidad. Si sientes más cosquillas que otras personas es porque seguramente tu cuerpo ha desarrollado más sensibilidad o tienes un temperamento más alerta. Esto quiere decir que tus instintos de autopreservación están literalmente más a flor de piel en ti que en otros.

Si, por el contario, no eres alguien cosquilloso, seguramente es porque tiendes a sentirte en control durante el contacto con otros, no te ves en situación de vunerabilidad cuando los demás se acercan a ti.

Existen dos tipos de cosquillas: la knimesis y la gargalesis. El primero es un tipo de reacción que los seres humanos tenemos en común con otros mamíferos, y se activa al contacto con insectos o pequeños organismos que pueden representar un peligro. Es un tipo de reacción que busca protegernos y hacernos estar alerta, y podemos incluso auto-provocarlo.

El segundo, la gargalesis, es el tipo de cosquillas que surge cuando tenemos contacto sorpresivo y prolongado con otro individuo y nos sobresaltamos. No podemos auto-inducirnos este tipo de reacción ya que aquí el factor sorpresa es el que hace que sintamos las cosquillas.