SONAMBULISMO Y SU RELACIÓN EMOCIONAL

El sonambulismo se observa sobre todo en los niños y en los adolescentes.

Se caracteriza por desplazamientos durante el sueño con una coordinación normal de movimientos e incluso con pronunciación de frases bien construidas.

El sonámbulo vuelve luego por sí mismo a su cama y su sueño prosigue sin ninguna perturbación. Al día siguiente no guarda ningún recuerdo de lo que pasó durante su sueño.

En mi opinión, el sonambulismo no es un problema para quien lo padece, sino para las personas que viven con él; son ellos quienes temen por él.

Los periodos de sonambulismo ocurren en la noche, en los momentos en que el niño vive su sueño de una manera muy intensa.

No diferencia el mundo físico del mundo de los sueños. Ocurre con más frecuencia en los niños que tienen una imaginación muy fértil y que no pueden vivir sus deseos en el estado de vigilia.

Cuando soy somnámbulo, vivo una gran tensión interior a veces inconsciente.

Puede que busque huir de una situación que me preocupa demasiado. Me “expreso” de este modo para dejar escapar esta tensión.

Experimento frecuentemente el hecho de estar (incluso inconscientemente) “fuera de mi cuerpo”.

Cuando se produce este acontecimiento, mi “cuerpo astral” dirige mi cuerpo físico a partir de esta posición “fuera del cuerpo”.

Por esto, como somnámbulo, puedo andar los ojos cerrados y “ver”, a pesar de ello, los obstáculos porque los veo con la visión de mi cuerpo astral.

Para disminuir este sonambulismo en mi vida, sería preferible que comunique más lo que vivo con mi cónyuge, con mis padres, con un amigo, o simplemente, que lo escriba.

Podré entonces hallar más calma interior y normalizar mis horas de sueño.